Lectura de la Biblia
Lectio Divina
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Me cuesta leer
la Biblia
«Lectio divina»: meditación orante de la Sagrada Escritura.
El «Lectio divina» se remonta a los primeros cristianos. El
primero en utilizar la expresión fue Orígenes (aprox. 185-254), teólogo,
quien afirmaba que para leer la Biblia con provecho es necesario
hacerlo con atención, constancia y oración.
Más adelante, la «Lectio divina» se convirtió en la columna vertebral
de la vida religiosa. Las reglas monásticas de Pacomio, Agustín,
Basilio y Benito harían de esa práctica, junto al trabajo manual y la
liturgia, la triple base de la vida monástica.
La sistematización de la «Lectio divina» en cuatro peldaños
proviene del siglo XII. Alrededor del año 1150, Guido, un monje cartujo,
escribió un librito titulado «La escalera de los monjes», en donde
exponía la teoría de los cuatro peldaños: la lectura, la meditación,
la oración y la contemplación». Con esta escalera los monjes suben
al cielo.
El Lectio divina
ha recibido en los últimos cuarenta años un nuevo impulso en toda la
Iglesia tras la publicación de la constitución dogmática «Dei Verbum»
del Concilio Vaticano II (18 de noviembre de 1965).
Benedicto XVI dijo, 16 septiembre 2005:
«Si se promueve esta práctica (Lectio divina) con eficacia, estoy
convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la
Iglesia» -
«La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración
permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha
a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una
confiada apertura del corazón»
«No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para
nuestros pasos y luz en nuestro camino»
Es necesario escuchar la Palabra de Dios para anunciarla
«La Iglesia no vive de sí misma sino del Evangelio y encuentra siempre
su orientación en él para su camino»
«Es algo que tiene que tener en cuenta cada cristiano y aplicarse a sí
mismo: sólo quien escucha la Palabra puede convertirse después en su
anunciador»
«No debe enseñar su propia sabiduría, sino la sabiduría de Dios, que con
frecuencia parece necedad a los ojos del mundo»
«La Iglesia sabe bien que Cristo vive en las Sagradas Escrituras»
«siempre ha tributado a las Escrituras divinas una veneración parecida a
la dedicada al mismo Cuerpo del Señor».
«Iglesia y Palabra de Dios están inseparablemente unidas entre sí.
La Iglesia vive de la Palabra de Dios y la Palabra de Dios resuena en la
Iglesia, en su enseñanza y en toda su vida».
Tras el Concilio Vaticano II «se ha reevaluado más profundamente la
importancia fundamental de la Palabra de Dios». «De esto se ha derivado
una renovación en la vida de la Iglesia, sobre todo en la predicación,
en la catequesis, en la teología, en la espiritualidad y en el mismo
camino ecuménico» «La Iglesia debe renovarse siempre y rejuvenecer y la
Palabra de Dios, que no envejece nunca ni se agota, es el medio
privilegiado para este objetivo»
Citando a san Jerónimo, «la ignorancia de las Escrituras es ignorancia
de Cristo».