"DESPUÉS
DEL SILENCIO"
Meditación Sobre la Película “La Pasión de Cristo”
de Fray Marcelo Solórzano Zelaya, O. P.
Al final de esta película me impresionó el silencio de los espectadores.
Me parece que es un momento lleno de posibles reflexiones. Quisiera
extender este silencio ofreciendo una meditación de lo que para mí evoca
la historia de la Pasión de Jesús en la película de Mel Gibson.
La Pasión de Cristo tiene como causa, razón y contexto la situación del
hombre en su pecado. Es la historia del destino de Jesús, el
Dios-hombre, junto al destino del hombre cualquiera. Jesús es “el hombre
inocente” que sufre por causa del pecado. Él es el Dios de amor quien
vive y padece el rechazo del hombre. Dentro de este drama humano y
divino, también participa el demonio desde el pecado.
La Pasión de Cristo no sería más que un día en el drama del hombre y su
pecado, si Jesús no fuese más que un hombre como cualquier otro. Las
imágenes de odio, horror, confusión y dolor que vemos en la película
serían nada más que un día en la historia del rechazo de Dios por el
hombre, si Jesús fuese solo Dios. Pero Jesús es Dios y es hombre. Por
eso es que Jesús es la única esperanza para el drama desesperante de la
situación humana. La Pasión de Cristo transforma la situación
desesperante del pecado y sus consecuencias en esperanza de salvación y
nueva vida. La Pasión de Cristo nos horroriza y nos confronta con
nuestro propio infierno pero también con la única esperanza que
encontramos ante este infierno, con Jesús. De otra manera toda
representación de este drama no es más que otro espectáculo del circo de
nuestras deformidades y nosotros, una audiencia más atraída por la
curiosidad de las tragedias monstruosas del ser humano. Si esta historia
no provoca en nosotros más que asombro morboso por los horrores que
presenta, sin importar qué simpatía emocional pudo evocar, entonces no
fue para nosotros más que eso, otro espectáculo.
La interpretación de la Pasión de Cristo de Mel Gibson no es exhaustiva
ni es perfecta. No existe otra presentación e interpretación más fiel
que los Evangelios y la tradición dogmática de dos mil años de fe. Sin
embargo, estas necesitan ser re-presentadas, proclamadas e interpretadas
una y otra vez para la predicación de la buena noticia de Jesús, el
Cristo, Hijo de Dios. Por esto pienso que esta película es un don para
la meditación de todos los cristianos y una invitación a la esperanza en
Cristo para los que tenemos o no tenemos fe.
Mel Gibson, en su interpretación de la Pasión de Cristo, ha tejido
nuestra Fe y Esperanza dentro de la desgracia de nuestra condición de
pecado. Para lograrlo, él ha entretejido dentro de esta historia cuatro
temas básicos para la Fe. Estos temas son los del pecado, la Eucaristía,
el Bautizo y María Madre de Jesús. Mel Gibson no inventó la historia de
Cristo, ni los temas que entrelaza en su interpretación de la Pasión,
sino que usando su arte en el cine y desarrollando estos temas de fe, ha
logrado una excelente interpretación del significado de la Pasión de
Cristo. Mi intención en esta meditación es presentar de manera
sistemática, cómo esta película interpreta el significado del relato de
la Pasión de Cristo desarrollando los cuatro temas mencionados.
EL PECADO
El pecado es el resultado de los deseos pervertidos del hombre que
subvierten el bien. El demonio subvierte el bien, pervirtiendo la verdad
y consecuentemente los deseos y esperanzas del hombre como individuo y
como sociedad. En la película la situación pecadora del hombre la
encontramos desarrollada en la tentación, la traición, la violencia, la
religión pervertida, y finalmente en la turba esclava de la
inconsciencia. Como elemento unificador, detrás de estas manifestaciones
del mal, se pasea la figura del demonio, representada por una imagen
homo-andrógena.
Examinemos, entonces, el significado de la Pasión de Cristo dentro del
problema del pecado.
En la primera escena hay tres imágenes que enfocan este tema. Estas son
el demonio, la serpiente y Jesús que aplasta la cabeza de la serpiente.
Estas tres imágenes nos presentan el problema del mal, su origen, su
naturaleza, y su eventual derrota por Jesús. La figura del demonio,
aunque no se le identifica por nombre, la adivinamos por la perversión
de la imagen humana y sobre todo por su acción tentadora.
El demonio tienta a Jesús durante su oración en el Huerto. Estas
tentaciones no son las de los Evangelios, que suceden en el desierto
después del bautizo de Jesús, más adelante comentaré sobre esta
discrepancia.
En el Huerto el demonio le sugiere a Jesús que su futura tarea es
demasiado para una persona. ¡Es imposible! Esto es una subversión de la
verdad ya que, aunque es cierto que para un ser humano es imposible,
para Dios no lo es. El meollo del asunto está en ¿qué cree Jesús de sí
mismo y de su naturaleza? Este es un ataque indirecto a la identidad que
tiene Jesús de sí mismo. Jesús lo rechaza respondiendo: “Padre tu que lo
puedes todo...”
En el segundo y tercer intento, el demonio trata nuevamente de detener a
Jesús cuestionándolo una vez más sobre su identidad pero esta vez lo
hace de manera directa, le pregunta: “¿Quién es tu padre?” “¿Quién eres
tu?” Estas preguntas que van dirigidas directamente a la identidad de
Jesús, están vinculadas a su vocación y a su misión. ¿Quién te crees?
¿Cuál es tu origen? ¿Quién eres? Dentro de las respuestas a estas
preguntas se encuentran las esperanzas que impulsan las acciones y
respuestas del hombre ante la vida. Dudar sobre estos contenidos básicos
paralizan al ser humano. La perversión de estas bases fundamentales,
conduce a falsas esperanzas (pasiones desordenadas) y consecuentemente,
a acciones pervertidas (el pecado). La “baja auto estima” y “la
arrogancia” son ejemplos perfectos de esta perversión. Son hijas de una
misma causa, la falsificación de la verdad fundamental sobre nosotros
mismos.
La imagen de la serpiente aparece después de la tentación. Esta es una
alusión a la primera tentación de la historia que leemos en Génesis
3,1-15. En ese relato Adán y Eva caen por la tentación de la serpiente y
pecan contra Dios, sufriendo después las consecuencias del pecado. Por
esta secuencia de acciones podemos interpretar que Jesús toma ahora, en
la película, el lugar de Adán y Eva en la tentación del Paraíso. Sin
embargo, a diferencia de nuestros primeros padres, Jesús rechaza al
demonio y a sus mentiras, aplastando la cabeza de la serpiente. Esta
acción de Jesús es también alusión a la historia de Génesis 3,15,
discrepando con la Escritura sobre la historia de la Pasión por una
simple libertad artística que no está en desacuerdo con el significado
de la tentación en el desierto. Jesús tentado en el desierto después de
su bautizo también es una imagen de Adán y Eva tentados en el Paraíso.
En la Escritura, el demonio también tienta a Jesús tratando de pervertir
su misión y poder para servir. El poder que tiene Jesús por su
naturaleza y su identidad es la de ambos, hombre y Dios. Él tiene poder
de iniciar acciones con consecuencias para la humanidad como Nuevo Adán
y en lo divino y eterno como Dios. El demonio intenta pervertir este
doble poder en egoísmo, culto al poder por el mal y en vanidad. Haciendo
evidente el origen del pecado y anticipando la victoria de Jesús sobre
él, la película nos da a entender que el destino del sacrificio de Jesús
como Nuevo Adán transforma el pecado del hombre en la victoria de Jesús
sobre él. Una vez enfocado claramente el destino de Jesús sobre el
pecado, la historia continua desarrollando el problema del pecado del
hombre en las diferentes instancias de la vida humana. Mantengamos en
mente lo que ya hemos reflexionado sobre la misión y destino de Jesús en
cuanto al pecado del hombre.
LA TRAICIÓN
La traición del hombre al amor de Dios y a sus propios principios toma
dos formas en esta historia, estas son: “Kefas”, que significa piedra o
Pedro y Judas. Dos amigos y seguidores del Mesías que le traicionan.
Pedro le traiciona en contra de sus intenciones de seguirle hasta la
muerte. Judas lo traiciona como a su maestro. Al llamar a Jesús “rabino”
o maestro, Judas se reconoce como su discípulo. Esto hace posible hablar
de Judas como traidor, ya que no se presenta como enemigo de Jesús sino
como su discípulo. Judas traiciona a su maestro, Jesús, y a su propio
compromiso de seguirle.
El pecado tiene un doble aguijón: el hombre cae en la cuenta de su
traición hacia el otro y a sí mismo y se encuentra en un callejón sin
salida. Esto es evidente en la angustia de “Kefas” en su mirada a la
Madre de Jesús. El dolor y arrepentimiento de Pedro los representa
Gibson postrándolo frente a María, como pidiéndole perdón para
retroceder su traición. Pedro no consigue con esto cambiar su situación
de traidor y huye. Judas al igual que Pedro trata de anular su traición.
Judas acude a los sacerdotes para reparar lo que comenzó, pero le es
imposible (Mt 27,3-5). El dolor y angustia de Judas, se transforman en
una pandilla de niños acusadores que él mira deformes y que lo persiguen
apedreándolo. Judas apoyado en su propia fuerza para resolver su
irreversible traición, termina suicidándose para acabar su tortura. La
conciencia de su traición irreversible, lo desespera. La traición a Dios
por su naturaleza eterna es irreversible hasta la eternidad. El ser
humano por sus propias fuerzas no puede transformar la traición a Dios.
Sabemos que “Kefas”, recibe el perdón del Salvador (Jn 21,15) y su
situación de traidor se transforma en la oportunidad de afirmar tres
veces su amor a Cristo, igualando así su triple traición. Nosotros
también hemos traicionado el amor y la amistad con Dios como Sacerdotes,
como Gobernantes, como Esposos. El poder transformador de la Pasión de
Cristo es la única esperanza de redención para nuestra condición de
traidores. El pecado de traición a Dios y al hombre no tiene otro
remedio transformador que el sacrificio reparador de la Pasión de
Cristo.
LA VIOLENCIA
La violencia en esta película es quizá la característica más
sobresaliente y por eso da bofetadas a nuestros sentidos. Es una imagen
cruda y grotesca la que se nos presenta. Es posible que la cantidad y
calidad gráfica de la violencia en esta película nos dé la impresión de
un instrumento más del coliseo contemporáneo al que nos hemos
acostumbrado, en su preferencia por lo violento. Pero la Pasión de
Cristo es la confrontación entre nuestro pecado y nuestra salvación y no
hay mejor manera de mostrar su verdadero horror que hacerlo ''en todo su
esplendor'' como escogió hacerlo Mel Gibson. Hay violencia en el arresto
de Jesús, en su juicio, en los soldados sadistas, en la multitud y en la
crucifixión y la imagen del demonio se pasea por detrás de toda esta
violencia. Este es un comentario simbólico del director sobre el origen
y naturaleza de la misma violencia. Ella pertenece al mundo del demonio
y del pecado.
Jesús en el huerto corrige a “Kefas” por su acción violenta: “Todo el
que toma la espada, muere por la espada” (Mt 26,52). La redención o
victoria de Cristo no será por la espada, o por la violencia.
Precisamente, una de las creencias equivocadas de los contemporáneos de
Jesús sobre el Mesías era la de su triunfo militar o político. En
cambio, la acción de Jesús señala la violencia como inútil a la
salvación. La oposición no-violenta de Jesús desenmascara a la violencia
por lo que es ¡monstruosa! A todos los que escogemos la violencia por
cualquier razón que fuese, especialmente en contra del inocente, Dios
nos confronta en Jesús. Esta confrontación, toma una forma icónica en
las palabras de Pilato y la figura (o “des-figura”) de Jesús cuando
Pilato lo presenta ante el pueblo con aquello de: “Ecce Homo” “¡Aquí
tenéis al hombre!” (Jn 19,5) Estamos forzados a confrontar las
consecuencias de nuestra violencia. En la Pasión de Jesús, Dios escoge
sufrir con el hombre que sufre por la violencia del pecado y rechazar la
violencia, confrontarnos con ella y con sus frutos. Finalmente la lleva
a la muerte con Jesús.
LA RELIGIÓN PERVERTIDA
La religión pervertida es la tercera situación de pecado que se
desarrolla en “La Pasión de Cristo”. Los sacerdotes, en particular
Caifás, son la encarnación de lo que sucede con la religión al servicio
del pecado. Los sacerdotes que acusan a Jesús abusan de su poder
religioso para sus propósitos. Pagan a un traidor, envían a sus soldados
de noche y a escondidas y finalmente manipulan la institución religiosa
y rechazan a Dios al seguir ellos con sus propios objetivos. La
perversión en las primeras dos son obvias y por eso voy a concentrarme
en la última.
La institución religiosa cuyo propósito es el de mediar la relación de
los fieles con Dios, puede ser pervertida. Las mentiras del soldado del
templo ante las preguntas del soldado romano y los reclamos de algunos
sacerdotes sobre la irregularidad del proceso, nos demuestran que las
cosas se están haciendo por otros medios y propósitos no reconocidos
como parte de la institución religiosa judía. La institución esta siendo
manipulada para servir un propósito distinto del cual fue establecida.
Durante el juicio, Jesús es acusado de actuar con el poder del demonio.
Esta acusación aparece en la Escritura en un lugar distinto al juicio de
Jesús, por esto asumo es utilizado para hacer alusión a su contexto en
los Evangelios: Mt 10, 25. 12, 35; Mc 3, 22 y Lc 11, 15. En su respuesta
a esta acusación, Jesús desenmascara a los líderes como incapaces de
reconocer el trabajo de Dios por Sus obras. Además esta acusación la
vincula Jesús a la blasfemia contra el Espíritu Santo en Mt 12, 31-32.
Mc 3, 29. Lc 12,10. ¡Los líderes religiosos que deben trabajar mediando
la relación entre Dios y los fieles, son incapaces de reconocer la labor
de Dios cuando la tienen enfrente! No-solo son incapaces de reconocerla
sino además la califican de satánica. Algo ciega a estos lideres, y
obviamente no es su “conocimiento” de Dios ni de la institución.
Los sacerdotes actúan llenos de odio hacia Jesús deseando su muerte
violenta. ¿Están celosos o se sienten amenazados? Es difícil deducir la
causa de su odio a Jesús solamente por medio de estas escenas. Lo que sí
se nos revela es que estos religiosos ya no sirven a Dios sino que ya
han apostado en su contra. El significado de la religión pervertida en
La Pasión de Cristo es que esta rechaza a Dios hasta su muerte. Ya que
Jesús es Dios y hombre, su actividad es la de Dios y la del Nuevo Adán.
El rechazo de Jesús es también el rechazo de Dios y del Hombre Nuevo.
LA VERDAD PERVERTIDA
Para desarrollar el pecado en la verdad pervertida, la película nos
muestra una conversación entre Pilato y su esposa. Esta conversación no
se da en los Evangelios mas que por medio de un mensaje que recibe
Pilato de su esposa (Mt 27, 19). Combinado esta conversación con el
breve intercambio entre Jesús y Pilato sobre la verdad (Jn 18, 37-38) la
escena se convierte en un instrumento artístico para darnos un vistazo
dentro de la conciencia de Pilato. La conversación de Pilato con su
esposa está enfocada en la capacidad del individuo de escuchar la verdad
y de reconocerla. La conclusión de la conversación es que solo se
escucha la verdad cuando se reconoce. Pilato afirma no reconocerla y
procede a definir ‘su verdad’ de acuerdo a las necesidades políticas de
su situación. Pilato intercambia la verdad por lo que podríamos llamar
“su pellejo” o su “utilidad”. La búsqueda de la verdad nunca puede
servir a un objetivo egoísta. La verdad solo se busca y se encuentra por
amor a ella. Dice Pilato: “Esta es mi verdad... es mi sangre”. Pilatos
quién aparenta actuar en pro de Jesús, en realidad actúa por temor (Jn
19, 8). No se puede reconocer la verdad cuando se la busca con temor. La
verdad tiene consecuencias y a veces estas van en contra de nuestros
intereses. La verdad pervertida es el resultado del temor y no del amor.
La Pasión de Cristo es la consecuencia de Su verdad ante el pecado. La
verdad pervertida es la causa del sufrimiento injusto de Jesús (el Nuevo
Adán) y de Dios. La Pasión de Cristo muestra que la consecuencia de la
acción basada en la verdad pervertida es el pecado de injusticia que
engendra el dolor del prójimo y el de Dios.
LA TURBA INCONCIENTE
Por último nos encontramos con la turba inconsciente que sigue a Cristo
por la “vía dolorosa” con indignación, tirando pedradas, escupiendo y
vertiendo su odio. ¿Que pasó? Es la pregunta que todos los años nos
hacemos cuando celebrando el Domingo de Ramos cuando nos encontrarnos en
medio de la lectura de la pasión oyendo los gritos de la turba
“¡crucifíquenlo!
En la película, Jesús mira a la multitud y recuerda su entrada triunfal
a Jerusalén, con palmas y gritos de ¡hosanna! Esto es una breve alusión
a la veleidad de la multitud que nosotros reconocemos cada Domingo de
Ramos. Esta es la turba que actúa inconsciente, presa fácil de
novedades, escándalos, modas y corrientes. La multitud que no piensa por
sí misma, que no busca la verdad y que no toma responsabilidad por sus
acciones. Aquí se encuentra aquellos para los que la conciencia es muy
pesada, aburrida, complicada, en fin, un estorbo. Detrás de estos
también se pasea el demonio.
Esta es la turba que seguía a Cristo para ver sus milagros. Son los que
comieron en la multiplicación de los panes y los que le ahorcaban el
paso para escucharlo hablar novedades y “¡maravillas!” Son los que
buscaban el espectáculo de la Pasión de Jesús. Es el ser humano esclavo
del pecado porque no tiene más dirección que aquello que lo complace.
Para este, no existe el bien o el mal solo lo que le gusta o disgusta.
La “libertad” de decidir, dirigida por la última moda, sensación o
escándalo. La turba es todo aquel que no se detiene a pensar si la
“ola,” o moda o lo que sea que en el momento le apasiona, lo dirige al
bien o a la justicia. La turba es la masa que hace el mal
inconscientemente sin pensarlo ni decidirlo, “porque todos hacen lo
mismo.”
La turba participa del pecado del grupo por inconsciencia. Por ejemplo
el que se adhiere al materialismo porque es la única verdad que conoce,
es presa de un pecado común, y si su ignorancia es culpable (es decir,
teniendo acceso a la verdad, no la busca) su pecado también es personal.
La Pasión de Cristo denuncia tanto este pecado social (de turba) como la
ignorancia culpable (personal) del que se rehúsa a tomar conciencia y
responsabilidad por sus acciones.
El mal en todas estas distintas formas afecta a Cristo pues afecta al
hombre. El mal como negación de Dios y, consecuentemente, del hombre es
la causa del sufrimiento del hombre y de Jesús, hombre y Dios. La imagen
de Cristo en su Pasión, el “Ecce Homo”, es la imagen del hombre perdido
en un laberinto de sufrimientos a causa del pecado. Cristo inocente del
pecado sufre por él. Cristo es Dios rechazado por el hombre. Este es
Dios que haciéndose hombre une el destino de la humanidad al suyo hasta
su muerte en la cruz. Este es el centro de la actividad divina para
nuestra salvación. Este es el Cordero inocente que va a ser el
sacrificio de Dios para nuestra salvación. ¡El Cordero de Dios que quita
el pecado del mundo!
LA EUCARISTÍA
El otro tema tejido en el drama de la Pasión de Cristo es el de la
Eucaristía. La película esta llena de alusiones a este tema. La primera
es una alusión a la pascua judía. Esta es el día en que los Judíos
celebran su liberación de la esclavitud en Egipto (Ex 12,1-20). En la
película en el momento en que arrestan a Jesús, María salta y dice: “¿En
que se diferencia este día de cualquier otro?” y le responde, la que
asumimos es María Magdalena, “...un día fuimos esclavos...”. Esta es la
conversación prescrita para los niños y adultos en la celebración de la
Pascua Judía. Esta cena bíblica involucra el sacrificio de un cordero
sin mancha cuya sangre les salvará de la inmolación por Dios de todos
los primogénitos de Egipto.
También la cena incluye panes asimos (sin levadura). La proximidad de
esta referencia en la película al principio de la Pasión de Jesús denota
una intención de relacionarla con la Eucaristía. Los cristianos
consideramos a Jesús como un tipo del cordero de esta pascua, el
“Cordero de Dios.” En el evangelio de San Juan, el Bautista se refiere a
Jesús como el Cordero de Dios (Jn 1,29). Este símbolo reaparece en el
libro El Apocalipsis de San Juan, como figura escatológica (de los
últimos tiempos) al centro de la “Jerusalén celeste” descrita allí como
una celebración del sacramento de la Eucaristía. El Cordero de Dios es
un símbolo central en la Eucaristía, como celebración y ofrenda del
sacrificio de Dios por nuestros pecados. Como tal la Biblia y los
cristianos nos referimos a Jesús como el Cordero de Dios por cuya sangre
somos salvados.
La entrega de este “Cordero de Dios,” a diferencia del cordero ritual de
los judíos es personal, voluntaria, en libertad y por amor. La entrega
libre de Jesús al sacrificio como Cordero del Padre es enfatizada en la
película por los distintos lugares donde Jesús repite su disposición al
Padre, especialmente durante la flagelación. La libertad de su entrega
es también afirmada por Jesús cuando recuerda sus palabras justo antes
de ser crucificado, proclamando “nadie me quita la vida... yo mismo la
doy”.
La entrega por amor es evidente en cuatro momentos. El primero es en
cómo Jesús abraza la cruz. Esta acción se la reclaman los ladrones
crucificados con él. La protesta es un elemento artístico para dirigir
nuestra atención a este gesto de amor. Jesús abraza la cruz con fuerza,
¡con amor! La segunda es cuando Jesús recuerda su enseñanza sobre el
amor al mirar a la muchedumbre “amad a vuestros enemigos...si amáis a
los que os aman, ¿qué mérito tenéis?” (Lc 6, 27, 32; Mt 5, 43-44). Él lo
vive en ese momento, no como obediencia a una ley sino motivado por su
propio corazón y su espíritu. La tercera es cuando Jesús observando a
los sacerdotes que esperan su crucifixión, recuerda sus propias palabras
“yo soy el buen pastor... que da la vida por sus ovejas”. La última son
las dos veces en que Jesús suplica al Padre perdonar a sus verdugos,
“perdónalos ... no saben lo que hacen”. Esta es la plegaria de un amante
por el ser querido. Es solo el amor, el que nos impulsa a transcendernos
de esta manera y comprender al otro, aún cuando este nos hace daño y así
se hacen nulas la violencia y la venganza.
Hay una alusión breve a la Eucaristía en el Sanedrín. Una de las
acusaciones en contra de Jesús es una referencia al “Pan de Vida” en el
capítulo seis de San Juan. “En verdad, en verdad os digo: si no coméis
la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre no tenéis vida en
vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo
le resucitaré el último día.” (Jn 6, 53). Es una libertad artística para
relacionar este discurso eucarístico del Evangelio con la Pasión de
Cristo. Alimentándonos del cuerpo y sangre de Cristo sacramentado en la
Eucaristía participamos de su vida y de su destino.
Al final de la flagelación, Jesús recuerda cuando él lava los pies de
sus discípulos (Jn 13, 4). Este gesto lo usa San Juan en lugar de las
palabras de institución del sacramento, “este es mi cuerpo...esta es mi
sangre.” Es el gesto que explica el significado que liga la última cena
a su pasión. Es el servicio que hace Jesús de lavarnos de nuestros
pecados por su sacrificio. Por ser el gesto que explica el sacrificio de
Jesús y lo que recibimos en la Eucaristía lo proclamamos en el Evangelio
de las liturgias del Jueves Santo, cuando celebramos la institución de
la Eucaristía.
La cuarta alusión a la Eucaristía sucede cuando Pilato se lava las
manos. Jesús recuerda al verlo, su última cena con sus discípulos en la
que ellos se lavan las manos antes de comer. Esto no es bíblico pero
históricamente posible ya que es una antigua costumbre ritual judía (ver
Mt 15, 1). Es un elemento intencional de parte del director para
relacionar este evento a la última cena, o institución de la Eucaristía
ya que en la liturgia eucarística, el sacerdote también se lava las
manos pidiendo la purificación de sus pecados antes de la consagración.
En la última alusión a la Eucaristía Jesús recuerda durante la
crucifixión su última cena. En las imágenes le vemos compartiendo el pan
con sus discípulos, pronunciando las palabras de la consagración e
institución de la Eucaristía. Jesús antes de sufrir su Pasión, da a los
discípulos su significado y un medio tangible por el cual vivir y
recibir su presencia y gracia amorosa en el momento culminante de su
entrega de amor, la Pasión.
Por medio de estas alusiones a la Eucaristía, la película enfoca el
sentido del sacrificio de la pasión como una cena en la que somos
alimentados con la vida de Jesús para nuestra salvación. El sentido y
gracia de la Pasión de Cristo se extiende de esta manera alcanzándonos a
cada uno de nosotros en nuestro culto comunitario, como visión y
esperanza escatológica (de los últimos tiempos) y participación real en
el sacrificio del Cordero de Dios. Es nuestra comunión de destinos. Es
la respuesta de Dios ante el problema del mal. Es a lo que somos
invitados todos a participar por nuestra Fe, Bautizo y Confirmación.
Pero me adelanto, pues ¡la Pasión no ha terminado!
EL BAUTIZO
En la película hay cuatro elementos bautismales. El primero lo
encontramos durante el juicio de Jesús. Jesús observa una paloma sobre
él. El símbolo de la paloma significa para el cristiano el Espíritu
Santo. Este símbolo lo tomamos directamente del bautizo de Jesús. El
Espíritu Santo sobre Jesús durante la pasión, es una alusión a su
bautizo (Mt 3, 16; Mc 1, 10; Lc 3, 22; Jn 1, 32). El referirse a la
Pasión como un bautizo no es incorrecto sino mas bien bíblico. El mismo
Jesús lo hace en los Evangelios. Jesús habla de una copa y un bautizo
que va a beber (Mc 10, 38). Esta intervención termina con la afirmación
de que él no vino “...a ser servido, sino a servir y a dar su vida como
rescate por muchos” (Mc 10, 45). En otro lugar Jesús dice: “Con un
bautizo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se
cumpla!” (Lc 12, 50). Durante su bautizo las palabras que se escuchan
del cielo (Mc 1, 11) están inspiradas en el principio del canto del
“Siervo de Yahvé” de Isaías: “He aquí mi siervo al que yo sostengo, mi
elegido en quien se complace mi alma... ” (Is 42, 1). Este siervo de
Yahvé es el siervo que sufre: “Ofrecí mis espaldas a los que me
golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurtó a
los insultos y salivazos” (Is 50, 6). “Fue oprimido, y se humilló y no
abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado y como oveja que
ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca” (Is 53,
7). Jesús es ungido con el Espíritu Santo como el Siervo de Yahvé. La
Pasión como bautizo no es una idea extraña a la Escritura. El bautizo de
Jesús es para el Cristiano también su bautizo en Cristo. Bautizado en
agua y en espíritu, muere con Cristo y nace a una nueva vida en Cristo.
San Pablo reclama a los Romanos: “¿... ignoráis que cuantos fuimos
bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos pues,
con él sepultados por el bautizo en la muerte, a fin que, al igual que
Cristo resucitó de entre los muertos por medio de la gloria del Padre,
así también nosotros vivamos una vida nueva” (Rm 6, 3-4 ver también Col
2,12-13 y 1Pe 3, 21-22).
Por el Bautizo en Jesús recibimos una vida nueva. Una alusión a esto se
encuentra en el momento en que María se acerca a Jesús y este le dice:
“¡...mira como hago todo nuevo¡” Estas palabras de Jesús a su Madre
evocan el tema de la nueva vida en Cristo, que es el resultado del
bautizo en Jesús. En el relato del bautizo de Jesús, el Espíritu Santo
(paloma) sobre las aguas es una alusión a la creación. Jesús es la nueva
creación que surge de las aguas del caos. El Nuevo Adán en el que se
re-capitula la creación entera (Rm 5, 14; 1 Col 15, 22-23)
La tercera alusión al Bautizo se hace cuando el soldado se arrodilla
delante de Jesús de cuyo costado brotan una gran cantidad de sangre y
agua que bañan al soldado. En la Escritura este es un soldado romano
haciendo una confesión de fe: “Al ver el centurión, que estaba frente a
él, que había expirado de esa manera, dijo: ‘Verdaderamente este hombre
era hijo de Dios.’” (Mc 15, 39). Sin embargo, no sucede después de la
lanza, ni fue el que traspasó el corazón de Jesús con ella. El soldado
en la película no dice nada, solamente se arrodilla delante de Jesús,
acción por la que reconoce su condición divina. El equivalente a una
profesión de fe. El soldado arrodillado frente a Jesús, bañado de sangre
y agua, con María y Juan a su lado, es la imagen del nuevo bautizado. En
el Evangelio observamos una confesión de fe, en la película vemos un
bautizo.
Hemos reflexionado sobre el pecado, la respuesta a él por parte de Dios
en Jesucristo y la invitación a participar de su salvación y vida nueva
por el bautizo y comunión en la Eucaristía. Nos queda por considerar el
tema de María, Madre de Jesús.
MARIA, MADRE DE JESÚS
María está considerada en la película, en su calidad de Madre de Jesús y
como Madre e imagen de la Iglesia. La maternidad de María nos ayuda a
entender a Jesús. El Concilio de Calcedonia en el siglo quinto declara a
María Madre de Dios (Theotokos) con el propósito de afirmar la fe en que
Jesús es de naturaleza humana y divina. No hay nada mas humano que nacer
de una madre. Dios entra en la situación del hombre compartiendo nuestra
naturaleza al nacer de una Mujer. Una forma de comprender a Jesús es por
su relación con María.
La película introduce la maternidad de María en un recuerdo de Jesús.
Jesús está trabajando su carpintería cuando María le llama a comer. El
intercambio es breve y tierno, pero en él se establece la íntima
relación de una madre con su hijo. Madre que cuida, a la que Jesús es
obediente, y a la que ama. En esta relación se revela a Jesús
completamente y sin ninguna duda, como uno de nosotros. Los sentimientos
que evoca la escena los reconocemos por ser hijos, hijas y madres. Como
hemos observado anteriormente, la humanidad de Jesús es tan esencial
para la salvación como su divinidad. En consecuencia, la maternidad de
María es como una llave que nos abre a la comprensión de la naturaleza
de Jesús por la experiencia.
Mientras Jesús esta siendo juzgado, hay una segunda alusión al tema de
la maternidad de María. “He aquí Padre el hijo fiel de tu sierva fiel.”
En esta frase corta se encuentran la naturaleza divina de Jesús
(“Padre”), la fidelidad de María Madre (“el hijo de”) en su “fiat” y
vocación (“tu sierva fiel”, Lc 1, 38) y la fidelidad y vocación de Jesús
(“hijo fiel”). El completo abandono de María a la voluntad del Padre nos
abre el significado de la obediencia de Jesús al Padre. Otra escena
donde se desarrolla este tema es en la que María recuerda la caída de su
hijo pequeño al observar el derrumbe de su hijo adulto bajo la cruz.
María corre a Jesús y cayendo a su lado le repite “¡aquí estoy, aquí
estoy!”. Esto no es solo el sufrimiento de una madre por su hijo, es el
sufrimiento de todas las madres ante el derrumbe de sus hijos. Es la
maternidad humana buscando consolar en el sufrimiento. Esto es una clave
más para el entendimiento del sufrimiento humano de Jesús, de Dios entre
nosotros y de la labor de su Madre al intervenir por su(s) hijo(s).
María en las Bodas de Caná es como un tipo de nueva “Eva” o mujer. Jesús
se refiere a ella como “mujer” y no como Madre o María, cuando ella
intercede por el problema del vino de la fiesta (Jn 2, 4). Si la primera
Eva o mujer interviene para el pecado, la nueva Eva interviene para el
establecimiento de una Nueva Alianza, un vino nuevo (sangre nueva), la
salvación en su hijo. María como Madre de Jesús y como un tipo de Eva
nos revela el significado de La Pasión y además participa en ella.
María en esta película es también la tradicional Madre de la Iglesia e
imagen de la misma. Como tal María anuncia, proclama, acompaña,
participa e intercede por la salvación. En la película María anuncia el
profundo significado de la Pasión de su Hijo. Cuando ella hace la
pregunta “¿En qué se diferencia este día de cualquier otro?” Es ella la
que ata el significado de la Pasión de su hijo al símbolo del cordero de
la pascua judía. Al igual que la Iglesia proclama en todas las misas el
significado de la Pasión de Jesús al repetir las palabras del Bautista
“este es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo” (Jn 1, 29).
También al llegar a los edificios donde su hijo será juzgado y
sacrificado, ella declara: “ahora comienza, Señor” Asi anuncia el
principio del sacrificio de su hijo y de nuestra salvación. También es
la única que sabe lo que en realidad esta sucediendo.
Los católicos llamamos a María, Madre por las palabras de Jesús en la
cruz y por ser la Madre del Salvador. En la película Pedro y Juan se
refieren a ella como Madre. Es una alusión a María como Madre de la
Iglesia y a su vez a la Iglesia como Madre. De esta manera despierta
nuestra imaginación evocando otro nivel del significado de la Pasión.
Pedro acude ante María y se postra arrepentido después de su traición
como pidiendo perdón por medio de ella. No existe la confesión todavía,
ni se ha completado el perdón en Cristo y sin embargo, Pedro acude
arrepentido y pidiendo perdón a la que llama “Madre” como lo hacemos los
católicos ante Dios por el ministerio de la Iglesia.
María después de la flagelación, recoge la sangre de su hijo, la sangre
por la que somos salvados. Es la Iglesia que guarda y dispensa la sangre
salvadora de Jesús. Al final del descenso de la cruz, la película nos
presenta la imagen de “la piedad”. María como Madre e imagen de la
Iglesia, sostiene el cuerpo de Cristo. En esta interpretación de “la
piedad” María descansa su mano sobre el pecho de su hijo con un dedo
apuntando hacia él. Esto se puede interpretar de dos maneras. Ella
apunta al corazón de su hijo o esta apuntando a su hijo. De todas
maneras, en cualquiera de las dos ella nos presenta al Cordero de Dios
nuestra salvación. Uno de los íconos de la virgen con el niño en la
Iglesia Ortodoxa tiene por nombre el de “la que apunta al camino.” María
como madre de Jesús y como imagen de la Iglesia apunta el camino a la
salvación. En la Iglesia Católica tenemos un dicho tradicional “A Jesús
por María”.
Hay una escena en la que se nos presenta la encrucijada entre escoger la
vida en Cristo o el camino del pecado. En la escena Jesús va caminando
con la cruz al centro de la turba, de un lado se pasea el demonio y del
otro va María. Jesús rechaza el pecado, carga con su cruz y muere a
causa del pecado. En la escena la cámara pasa varias veces del demonio a
María. Parece decirnos, enfocando a María, que ella comparte la pasión:
“puedes seguir a Cristo en su Iglesia compartir su pasión, morir al
pecado y compartir su destino como María.” Y pasando al demonio parece
decir: “O, puedes participar de la vida del demonio, todas sus mentiras,
y junto a él mentir, ser injusto, hacer violencia, odiar, y compartir su
destino.” El resultado de estas opciones se encuentra al final de La
Pasión. El demonio termina aullando vencido en su infierno. Jesús se
alza de su tumba vencedor de la muerte en un nuevo día a reunir a su
pueblo.
María acompaña a Cristo durante toda la pasión y por ser madre lo hace
de una manera especialmente íntima. En esta película se ve claramente a
María que acompaña como Madre e Iglesia al Salvador. María corre hacia
su hijo al saber que fue atrapado. María le busca en la cárcel por
debajo del piso. María pide que le acerquen a él durante la vía
dolorosa. Corre a él para confortarlo, repitiéndole que esta allí, a su
lado. Ella le sigue hasta la cruz y manchada por su sangre al besarle
los pies en adoración, le pide morir con él. María además de ser Madre
amorosa, también es discípula que vive y comparte la vida y muerte del
Salvador de manera íntima e intencional. María es símbolo fidelísimo de
la Iglesia, de los bautizados que buscan participar del sacrificio
salvador del Mesías por la Eucaristía y hasta el martirio.
Hemos llegado al final de nuestra meditación de La Pasión y nos
encontramos silenciosos considerando qué significa todo esto y qué lugar
ocupamos nosotros en este drama. No podemos solo ser espectadores, pues
esto es en sí una decisión, la de la turba inconsciente. Al final de la
película está la respuesta de Dios a la opción de Jesús y a la del
demonio ¡la resurrección¡ Junto a Jesús escogemos la cruz de la
compasión, la verdad, la conciencia, la justicia y el Amor. Recibimos la
Vida en Cristo por su Bautizo, la Comunión con ella en la Eucaristía y
tomamos nuestro lugar confirmados como Iglesia Junto a María.
Después de nuestra meditación silenciosa, para no solo ser
observadores, debemos de optar.
El autor es Sacerdote Dominico de la Provincia del Sur de EE.UU.