EL CAIRO MAS CINCO
por Elida Z. Solórzano
Febrero, 1999

Referencias de Doña Elida Solórzano y lista de sus artículos en Corazones.org

En 1992 la Organización de Naciones Unidas (ONU) proyectaba para el año 2050, 10 mil millones de habitantes en el planeta. En su estudio de 1994 se cambió a 9,8 mil millones; en 1996, a 9,4 mil millones y en 1998, a 8,9 mil millones. En seis años ha tenido un error de proyección de mil cien millones de habitantes, es decir, casi la población de la China continental. Estas correcciones que hace la ONU no se deben a un exitoso programa de control de los nacimientos, ya que seis años es muy poco tiempo para hacer semejantes ajustes en sus proyecciones. ¡Las proyecciones eran exageradas desde el comienzo!

El mito de la "explosión demográfica" ha sido ampliamente desmentido, como todos sabemos. ¿Insistirá la ONU en su promoción? ¿Seguirá basando sus políticas en una falsa premisa?

Será interesante ver si las naciones miembros reaccionarán a las políticas equivocadas de la ONU ahora que se cumplen los 5 años desde la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD), que se llevó a cabo en El Cairo en 1994.

La ONU ha convocado para este año, lo que se llama El Cairo+5 para, según dice, el Consejo Económico Social (ECOSOC) de la ONU: "reafirmar la necesidad de que se siga insistiendo en la ejecución del Programa de Acción de la CIPD y que los gobiernos renueven su compromiso de alcanzar las metas y los objetivos de ese Programa".

Sin embargo hay quienes piensan que no son las naciones soberanas las que deben presentarse ante la ONU para dar cuentas de lo que han hecho para "alcanzar las metas y los objetivos" de El Cairo sino las agencias de la ONU, las que deben rendir cuentas por haber patrocinado un agresivo programa de disminución de la población que no siempre ha respetado los derechos de las personas ni su identidad cultural (ejemplos mas sonados: la China continental y Perú); que ha condicionado ayuda económica a fines de control poblacional y que ha promovido el aborto como un nuevo derecho humano encubierto en los llamados "derechos sexuales y reproductivos" y “derechos de la mujer”. Todo esto, basándose en proyecciones de población muy alejadas de la realidad y olvidando los verdaderos problemas del mundo.

En los cinco años desde la CIPD ha habido una enorme diferencia entre el celo con que se promueven los programas de reducción de la población cuya necesidad no parece tan urgente y la manera deficiente en que se han financiado los programas de desarrollo. De los US$17 billones que se comprometieron en El Cairo para programas de población para el año 2000, se han gastado ya US$9.43 billones. Ted Turner dio un billón adicional y Bill Gates y la Fundación Hewlett han contribuido ampliamente también. Mientras tanto en los países subdesarrollados, los hospitales, escuelas, caminos, y la infraestructura se desmoronan, hay mas de un billón sin agua potable y el saneamiento solo existe para uno de cada tres habitantes (las mismas estadísticas de 1970). Para el año 2000, alrededor de 3 billones vivirán sin saneamiento adecuado. Alrededor de 7.7 millones de niños mueren cada año debido a 5 causas: neumonía, diarrea, sarampión, malaria y mala alimentación. La tuberculosis mata a otros 100,000 niños al año y mata a más mujeres que todas las que mueren por las diferentes causas de mortalidad materna juntas. (Datos de la Organización Mundial de la Salud de la ONU). Estos problemas, parecen no atraer los millones que se destinan para control de los nacimientos.

Si se sigue la tendencia de la CIPD de 1994, Cairo+5 nuevamente se enfocará en las muertes causadas por el aborto ilegal y las nuevas estadísticas del Instituto Guttmacher sobre los riesgos de "la salud reproductiva de los adolescentes" en vez de las necesidades verdaderas de desarrollo que vemos existen en el mundo y que otros organismos de la ONU, ajenos al Fondo de Población, promotora de la CIPD, han documentado.

Dos buenas propuestas para Cairo+5 serían: 1) tener en cuenta las verdades que revela la ciencia demográfica que no está vendida a ninguna agencia, grupo privado o gobierno y
2) regresar a los principios éticos que justificaron el nacimiento de la ONU, los únicos que pueden legitimar su misión.

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