PREPARAR UN PUEBLO BIEN DISPUESTO PARA EL SEÑOR
Madre Adela Galindo, SCTJM
Fundadora
Solo para uso privado -©
(Esta enseñanza la impartió Madre Adela para el Adviento previo al comienzo del tercer milenio. Aunque hay temas propios de ese momento,
contiene meditaciones propias para cualquier adviento)
ADVIENTO es tiempo de espera, tiempo de preparación, tiempo en que aguardamos la manifestación de un gran acontecimiento: el nacimiento de Nuestro Salvador. Tiempo de espera gozosa y expectante ya que lo que esperamos es la llegada de nuestra Salvación. Es un tiempo importante y solemne, es tiempo favorable, tiempo de gracia, tiempo de conversión, de amor, paz y reconciliación. Adviento es el tiempo que vivieron los patriarcas y profetas. Es el tiempo que Simeón vivió en el Templo, orando y esperando la consolación de Israel. Por eso, al tener ante sus ojos al Salvador esperado, exclamó: "Ahora Señor según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu salvación, la que has preparado ante todos los pueblos. Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel" (Luc 2: 29). Adviento es el tiempo, que vivió la profetisa Ana, también en el templo, en oración y ayunos. Por ello, hablaba del niño a los que esperaban la redención de Jerusalén. Adviento es el tiempo de espera y preparación para las manifestaciones de Dios.
Prepararnos para las Manifestaciones de Dios
Siempre las manifestaciones del Señor requerirán de nuestra parte una especial preparación. Todo período anterior a una manifestación de Dios debe considerarse un adviento y vivirse como tal. Esperar sin preparar el corazón para el evento que se espera, es desaprovechar el tiempo de gracia que el Señor ha determinado para la humanidad.
Por el pecado tendemos a la superficialidad y la rapidez. No damos la debida importancia al tiempo, y para el cristiano, el tiempo tiene una importancia fundamental ya que Dios ha querido actuar en y con el tiempo: (TMA, 10)
1. dentro de el, crea al mundo.
2. en su interior, desarrolla la historia de la salvación, que llega a su culmen en la plenitud de los tiempos, cuando por la Encarnación, Dios asume la naturaleza humana y entra en el tiempo.
3. se terminará con el retorno glorioso de Jesucristo al final de los tiempos.
4. nuestro tiempo termina cuando morimos. El único tiempo que tenemos para dejar al Señor obrar en nuestras vidas es este...
El tiempo es un medio que Dios utiliza para nuestro crecimiento y desarrollo, no solo físico sino espiritual. “Bajó con ellos, vino a Nazaret... Jesús progresaba en sabiduría, estatura y en gracia ante Dios y los hombres" (Luc 2,54). Dentro del tiempo se cumple el plan de Dios. Hablar de “el tiempo” significa “ese momento oportuno, esa hora específica en que Dios quiere hacer algo con nosotros, manifestar su voluntad, derramar sus gracias.” Hay que saber discernir el momento y el propósito de cada tiempo, para entonces vivirlo. Ecle 3:1 “Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo. El ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo.”. Todo tiene su tiempo y Dios hace todo según su momento oportuno.
El adviento precisamente, es tiempo de preparación. Todas las manifestaciones de Dios, requieren que nos preparemos y que lo hagamos en el tiempo designado para ello. Si no lo hacemos, cuando llega la hora de Dios, no estamos listos, y las gracias son desperdiciadas, derramadas en vano.”Como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Pues dice él: en el tiempo favorable te escuché y en el día de salvación te ayudé” (2 Cor 6).
No podemos caer en el error de creer que todo es igual y que todos los tiempos son iguales. Las gracias que el Señor quiera derramar hoy en nuestros corazones, no son las mismas de ayer, ni serán las mismas de mañana. Con las obras de Dios, hay que saber responder en el momento adecuado. Hay que estar en el momento y en el lugar preciso. (no es lo mismo, si Simeón y Ana no hubieran estado en el templo toda su vida preparándose para ver al Salvador y el haber estado ahí cuando llegó la Santísima Virgen con el niño y San José).
Dios siempre prepara a su pueblo
Inmediatamente después de la caída de nuestros primeros padres vemos la misericordia de Dios manifestada sobre la humanidad: Les promete enviar un Redentor, el que destruiría el poder del demonio sobre ellos. Así como la caída se inicia en el corazón de una mujer, Eva, que abriéndose a la mentira del demonio da cabida al pecado, la salvación vendría a través de un corazón de mujer, que puro e inmaculado traería con su fiat al Salvador del mundo. Es el hijo de esta mujer inmaculada el que derrotaría para siempre a Satanás, al pecado y a la muerte. Gen 3,15 es llamado proto-evangelio, pues es la primera palabra de salvación, la primera promesa de redención y la revelación de la misericordia de Dios a una humanidad pecadora.
Dios prepara a la raza humana para la revelación del Salvador por mucho tiempo. Esta expectación del Mesías, se convierte en la religión de Israel. La idea de un futuro redentor llena el Antiguo Testamento, toda la ley antigua, sus símbolos, ritos y sacrificios, le prefiguran y dirigen la mirada hacia el.
A través del tiempo, de la historia y de los siglos, el Señor va precisando la promesa hecha en Génesis. Le asegura a los Patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob que es de su raza que nacerá ese linaje bendito . “por tu descendencia te bendecirán todas las razas de la tierra” (Gen 22, 18). A Jacob en su lecho de muerte, le muestra que es de la tribu de Judá que saldrá el Esperado de las gentes, que cumplirá los mayores anhelos del pueblo.
Pero al pasar el tiempo, las naciones se olvidan de la promesa y se alejan de Dios. Entonces, El elige a un pueblo que será el custodio y guardián de sus promesas. A este pueblo le recordará sus promesas, las desarrollará, se las hará ver mas claro y mas abundantemente: es la era de los profetas. A través de ellos, revela las características interiores y exteriores del Mesías, su poder, su unción y también su sufrimiento redentor.
El Señor quiso preparar el corazón de los justos del AT con las condiciones necesarias para recibir al Mesías. Entre más estuvieran llenos de fe y confianza en las promesas recibidas, mas llenos de esperanza por verlas realizadas y mas ardieran de amor por el Redentor , mas listos estaban para recibir la abundancia de gracias que el Salvador traería al mundo. Quien estuviera mas lleno de fe, esperanza y caridad, mas listo tenía el corazón para recibir al Mesías. A medida que pasaba el tiempo, Dios iba preparando con mayor intensidad a su pueblo, derramando gracias, hablando, despertando mas el anhelo de ver al Salvador y levantando hombres y mujeres que prefiguraban a quienes estarían en relación directa con el Salvador en su venida.
Quien es la que ha esperado en perfección la venida del Salvador? La Virgen Santísima.
Toda esta preparación de Dios a su pueblo alcanza su culmen en la Santísima Virgen María, la escogida para ser la Madre del Redentor. Ella fue preparada por el Señor de manera única y extraordinaria, haciéndola Inmaculada. Tanto le importa a Dios preparar nuestros corazones para recibir las manifestaciones de su presencia y todas las gracias que el desea darnos, que vemos lo que hizo con la Santísima Virgen María.
Ella, fue concebida inmaculada, sin mancha de pecado, sin tendencias pecaminosas, sin deseos desordenados, su corazón totalmente puro, espera, ansía y añora solo a Dios. Toda esa acción milagrosa del ES en ella tuvo un propósito, prepararla para llevar en su seno al Salvador del mundo. Eso es lo que requiere ser la Madre del Salvador.
Si entre mas fe en las promesas, mas esperanza en verlas realizadas y mas ardiente amor hacia el Salvador hacía a un corazón mas capaz de recibir al Señor, imagínense la intensidad de la fe, la esperanza y la caridad que residían en el corazón de María que lo hizo capaz de concebir en su seno al Hijo de Dios. Dice San Agustín: “por su fe concibió primero en su corazón y después en su vientre”. “Feliz tu que has creído que se cumplirían las promesas que fueron hechas de parte de Dios”. Su Corazón estaba tan lleno de fe y esperanza en la Palabra de Dios y en sus promesas, que en ella se cumplieron. “La Palabra si hizo carne y habitó entre nosotros”.... Habitó en ella.
A partir de la Anunciación se inicia el Adviento de María, Ella vive el adviento mas especial que criatura alguna haya experimentado. No solo espera, sino que ya lleva dentro de sí al Dios hecho hombre. María Stma. ha vivido el adviento por excelencia, y por ello, la Iglesia aprende de Ella, a vivir y esperar con corazón puro todos los advenimientos y nacimientos de Cristo. De Ella aprendemos a esperar y preparar el corazón para las manifestaciones de Dios. “A ti Madre del primer advenimiento y de cada advenimiento, confiamos nuestros corazones en estos últimos años del milenio” (Nov. 30, 1996). De Ella debemos aprender a esperar a que nuestros ojos vean las manifestaciones de la gloria de Dios.
Como esperaba la Santísima Virgen el nacimiento del Salvador?
1. En adoración y contemplación del Dios hecho hombre que habitaba dentro de Ella. Que clase de adoración tuvo que haber en el Corazón de María? Que clase de contemplación, teniendo tan cerca de su corazón al Salvador? Ella, es por eso, la mujer de la Adoración..... Lo que hizo durante los nueve meses de su embarazo, es lo que hace en el establo.... Adorar al niño que nace y enseñarnos a adorarle. Tanto los pastores como los magos, se postraron ante el niño, que estaba junto a su Madre.
2. Meditando en la revelación dada a los profetas acerca de la vida del Mesías. Su futuro y su misión.
3. En oración buscando la voluntad del Padre sobre su participación en la obra de Salvación. En que consistía su maternidad, como tendría que vivirla.
4. Orando por la humanidad, para que los corazones se abrieran a las gracias de la Salvación.
5. Preparando no solo espiritual sino que físicamente su casa y sus realidades terrenas, para acoger al Redentor que nacería y vendría al mundo a través ella. Ella junto con San José debían proveer por todo lo que El necesitaría humanamente. Ella sería su madre con todo el sentido de la palabra, la que lo cuidaría, alimentaría, le enseñaría a hablar, protegería....
Ella fue sobrenaturalmente preparada por el ES para ser el canal por el cual viniera Jesús al mundo. Con su fiat de criatura, representa a la humanidad en su acogida al Salvador. En ella, la humanidad ha abrazado al Redentor sin ningún obstáculo. Porque creen que la Iglesia ha puesto en el tiempo litúrgico de Adviento, la solemnidad de la Inmaculada Concepción? Por que Ella, inmaculada es signo visible del corazón totalmente dispuesto a recibir al Señor. Hay que ser como ella, para recibir las gracias de Salvación.
María, prepara el camino... En ella, Dios hecho hombre, encontró el camino abierto para venir a la humanidad...En su Corazón no habían las colinas que rebajar, ni asperezas que limar, ni barrancos que rellenar, ni sendas que enderezar.... En Ella el camino ya estaba preparado por la gracia de la Inmaculada Concepción y por su fidelidad y respuesta personal a esa gracia, manteniéndose siempre pura. Ella es el camino abierto al Salvador que quiere venir al mundo. Y por eso, puede preparar a los que tendrán la misión de preparar al pueblo para recibirlo, o sea, porque Ella, estaba preparada por Dios en forma excepcional y a la vez prepara la venida del Señor, se convierte en instrumento único a través del cual Dios prepara a los precursores del Mesías.
Ella es la que mejor puede preparar a los precursores, pues ella es la precursora por excelencia. Ella con su si, acoge al Salvador, con su oración y su poderoso silencio, lo trae al mundo. La precursora silente, que prepara a los precursores que tienen la misión de convertirse en la voz que clama y grita en el desierto y preparan en el corazón de los hombres el camino del Señor..
María Stma. es la precursora orante.... A través de su poder intercesor y su mediación materna de todas las gracias, prepara al precursor: San Juan Bautista. Ella entra en casa de Zacarías e Isabel, y se derrama el ES que hace que salte de gozo el niño en el vientre de Isabel, y queda el precursor del Mesías, pre-santificado o sea, lleno de las gracias de santidad para poder cumplir su misión de preparar a los hombres a recibir las gracias de salvación. Entra María en la vida de Juan Bautista.... Ella se convierte en instrumento de preparación del precursor del cual dijo el ángel en Luc 1: “que debía preparar un pueblo bien dispuesto para el Señor”.
San Juan Bautista como el gran precursor, tenía que revelar cual era la debida preparación para recibir al Salvador, un "bautismo de conversión para el perdón de los pecados": "voz que clama en el desierto, preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado lo tortuoso será recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios" (Luc 3: 3-6) . La verdadera preparación debía dirigirse al corazón.
En la primera venida del Señor, hubieron 2 personajes que prepararon el camino: La Stma. Virgen y San Juan Bautista. Todas las manifestaciones de Cristo, todos los nuevos advenimientos de Cristo, serán preparados por Ella y un precursor. Al nuevo advenimiento del año 2000, nos han estado preparando la Stma. Virgen y el San Juan Bautista de estos tiempos: su Santidad Juan Pablo II.
Así como a través de su mediación maternal, la Stma. Virgen se convierte en instrumento especialísimo en la vida de Juan Bautista, al ser el canal por que el cual el ES lo pre-santifica, igual la Virgen Santísima entró en la vida de JPII desde su niñez, y a través de su consagración a Ella, la Virgen Santísima lo prepara, lo forma, lo dirige para llegar hacer el precursor del final de este milenio. Precursor que nos ha ido mostrando el camino de preparación para abrir las puertas de nuestros corazones de par en par al Redentor en el año 2000.
La Santísima Virgen y Juan Pablo II, han preparado a la Iglesia y a la humanidad para este Jubileo, o año de gracia. Desde el siglo pasado, la Stma. Virgen nos ha estado llamando a la conversión, a la penitencia, al ayuno, a los sacramentos, a la meditación de la Palabra de Dios, a abandonar nuestros caminos torcidos, a abandonar las sendas del pecado, la guerra, la violencia, a consagrarnos a su Corazón Inmaculado como medio seguro para ser protegidos y para regresar al Corazón Eucarístico de Cristo. Que gran mensaje de preparación nos ha dado la Madre Santísima!
Su SS Juan Pablo segundo, desde el inicio de su Papado, exclamó con fuerte voz desde el balcón de la Basílica de San Pedro, “No tengan miedo a Cristo.... No tengan miedo de abrir sus corazones a El”. Desde su primera encíclica en 1979 Redemptor hominis habla explícitamente del Gran Jubileo, invitándonos vivir el período de espera como un nuevo adviento. “nos estamos acercando a la fecha que nos hará recordar y renovar de manera particular la conciencia de la verdad-clave de la fe: "La Palabra se hizo carne y habitó en nosotros", por esto también nosotros estamos, en cierto modo en el tiempo de un nuevo Adviento, que es tiempo de espera. El Santo Padre percibe que en el año 2000 se dará un nuevo nacimiento espiritual de Cristo en todos los corazones y que se dará una nueva primavera de vida cristiana, si como nos dice en TMA, 18: “si somos dóciles a la acción purificadora del ES”. Para esto el Santo Padre nos ha llamado a un tiempo de preparación inmediata, y solo nos queda un año de esta preparación. Es por esto que este adviento no es igual a muchos anteriores.
Este adviento, no solo nos prepara directamente para la Navidad de este año, sino que es el inicio del ultimo año del milenio. Es el adviento para el Jubileo del año 2000. Que importancia tan grande tiene este adviento y este año!! Nos estamos preparando para entrar en un año de gracia. O sea, un tiempo donde gracias especiales se derramaran sobre toda la Iglesia y toda la humanidad según la misericordia de Dios. Año de gracia: es lo que Cristo anunció en la sinagoga al iniciar su ministerio público en Galilea: “El Espíritu del Señor está sobre mi, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y anunciar año de gracia del Señor”.
Año de gracia: tiempo de liberación de oprimidos y cautivos del pecado, sanación interior y física, de ver la acción salvífica de Dios entre los hombres. (TMA,14)
∙ año de perdón de los pecados y de las penas de los pecados
∙ año de reconciliación con Dios y entre los adversarios
∙ año de múltiples conversiones
∙ año de penitencia
∙ año de alegría por la salvación y de experimentar sus efectos en nuestras vidas y en el mundo.
Esto es lo que será el año 2000, y por ello debemos prepararnos para que todas esas gracias sean acogidas en nuestros corazones y no se derramen en vano. “Una cosa es cierta: cada uno es invitado a hacer cuanto esté en su mano para que no se desaproveche el gran reto del año 2000, al que está seguramente unida una particular gracia del Señor para la Iglesia y para la humanidad entera”. (TMA, 55)
¿QuÉ gracias se esperan para el Jubileo del año 2000?
Según la TMA Gracias de conversión para toda la humanidad. Que cada corazón se abra al amor y reinado de Cristo. Que la humanidad acepte a Jesucristo como su Salvador, como el Redentor que vino a liberarnos del pecado. Que la humanidad entera se abra a las gracias de salvación. Abra de par en par las puertas al Redentor que viene a salvarnos de nuestros pecados, de la muerte, de la destrucción. Que la humanidad que se ha alejado del Padre, regrese a El a través de Cristo, que vino en búsqueda del hombre para regresarlo al Padre.
A través de esas gracias de conversión, el Santo Padre inspirado por el ES, nos dice que podemos esperar:
1. Que la humanidad regrese a la fuente de la Redención: El Corazón de Cristo.
2. Que el poder Redentor del Sacrificio de Cristo se derrame sobre todos los corazones venciendo el pecado, el mal, el egoísmo, la violencia, la idolatría e impureza...
3. Que la humanidad regrese al camino del amor y así se abran las relaciones de fraternidad basadas en la justicia y la paz.
4. Que los que andan buscando caminos desconocidos de salvación descubran que Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre y reconozcan en El al único Salvador y Señor. El Camino, la Verdad y la Vida.
5. Que la Iglesia regrese al primer amor con corazón encendido y esté dispuesta a seguir al Maestro por dondequiera que le lleve, incluso el martirio.
6. Que todos en la Iglesia atesoren con fidelidad la verdad y enseñanzas reveladas por Cristo y trasmitidas por el Magisterio.
7. Que se vayan disipando todos los obstáculos internos y externos que bloquean la unidad de la Iglesia y de todos los cristianos.
8. Que en la Eucaristía la humanidad atrapada en la cultura de la muerte encuentre a su Salvador que encarnado hace 2000 años en el seno de María, sigue ofreciéndose como fuente de vida divina.
∙ El Santo Padre nos ha indicado en TMA, que el 2000 será un año intensamente eucarístico. La Palabra que se hizo carne entre nosotros hace 2000, continúa estando entre nosotros en su presencia real en la Eucaristía.
∙ el 2000 se debe levantar a Cristo, pues cuando el sea levantado a traerá a todos hacia el. Debe ser levantado muy en algo el Corazón Eucarístico de Cristo.
∙ La Eucaristía es la vida del mundo. Es Cristo, la luz del mundo que disipa la oscuridad. Es Cristo el único Salvador de la humanidad.
∙ Que interesante que lo primero que San Juan Bautista, dice a sus discípulos cuando ve a Jesús es: “He ahí el Cordero de dios, que quita el pecado del mundo”. No son estas las palabras que utiliza el sacerdote cuando eleva la Eucaristía antes de la comunión? También el Santo Padre, el precursor de este nueva presencia de Cristo en el mundo, nos dirige en el 2000, a la Eucaristía, al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que da vida y sacia todas las hambres y ansias del corazón del hombre.
∙ Ante una humanidad que corre tras falsos salvadores, JPII, nos dice que en el 2000 debemos decirle a todos: Aquí en la Eucaristía está el Salvador del mundo.
Todo esto parece una meta imposible de alcanzar, pero para Dios nada es imposible, si encuentra un pueblo preparado, un pueblo dispuesto con un corazón dócil y puro. Dios encontró en la Stma. Virgen un corazón puro y obediente, y por ello, hizo el milagro de la concepción virginal. Nada es imposible para Dios si abrimos el corazón.
Es necesario preparar el corazón
Para que esas gracias de Redención, salvación, liberación se derramen en nuestros corazones y ejerzan todo su poder en nosotros, tenemos que prepararnos con las disposiciones interiores necesarias para abrirnos al poder salvador de Cristo.
Si esta preparación va dirigida al corazón, debemos vivir este adviento y el próximo año en una profunda interioridad. Un adviento de profundidad interior. O sea, trabajar el corazón, purificarlo, limpiarlo.... Nos dice el Santo Padre que debemos tener presente que toda la fase de preparación se trata de una “autentica conversión del corazón”
-mas libres de pecado e imperfecciones, impurezas.
-mas libres de los apegos a las cosas terrenas, idolatrías.
-mas libres del bullicio y la rapidez. Hay que hacer cambios en nuestras actividades para dar cabida a la voz de Dios en nuestros corazones.
-mas honestos, haciendo un profundo examen de conciencia
-mas auténticos en nuestra búsqueda activa de santidad y virtud.
Zac 13:1-2 “Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para lavar el pecado y la impurezas. Y extirparé de esta tierra el nombre de los ídolos y el espíritu de impureza los quitaré de esta tierra”.
No caigamos en el error de solo llenarnos de programas y actividades, y olvidarnos que los mas importante es preparar el corazón. Recuerden que los habitantes de Belén, que también eran parte de ese pueblo que esperaba al Mesías, no supieron descubrir el momento de la visitación y cerraron la puerta, porque sus casas estaban llenas de tantas cosas, ruido y gentes. Este año, debe ser año de oración, penitencia y conversión. Año de mas silencio interior. Año de esperar con las mismas actitudes con que esperó la VS. Año de cumplir el mensaje de Joel 2: “volved a mi de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarrad vuestros corazones”.
Si no hay conversión en los corazones, no podrá darse la paz, la unidad, la fraternidad, la fidelidad y el amor. Se desperdiciaran las gracias del Jubileo.
Importancia del ES
Solo el ES puede cambiar el corazón del hombre, desgarrarlo, traspasarlo con el fuego purificador. "Solo podremos prepararnos para el Jubileo a través del Espiritu Santo” (TMA). Es el ES el que arranca de nuestros corazones las piedras y nos da un corazón nuevo: “Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de vuestras basuras os purificaré. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne” (Ez 36:25-26)
La preparación va dirigida al corazón, a la conversión de corazón, a tener un:
1. corazón puro, “pues solo los puros de corazón verán a Dios” (Mat 5). Si no tenemos un corazón purificado, no estaremos listos para “ver”, “acoger” y “vivir” las manifestaciones de Dios. El triunfo es para los que tienen el corazón puro, por ello es que la SV puede prometer, que “al final mi Inmaculado Corazón triunfará sobre mal”.
2. Corazón humilde: reconociendonos pecadores necesitados de salvación. Solo los que tienen corazón contrito y humilde y amor penitente, reciben las gracias de redención. “El pueblo que andaba en tinieblas vio una luz grande. Los que vivivían en tierra de sombras, una luz brillo sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría, alegría por tu presencia" (Is 9, 1-2) . Necesitamos humildad para reconocer que no somos “dignos de que El entre en nuestras casas y corazones, pero que una sola palabra suya basta para sanarnos”.
Hay que preparar el corazón. Para los que preparan el corazón buscando arrepentimiento y conversión, el anuncio del nacimiento del Mesías esperado, se convierte en anuncio de alegría. Evoca en ellos profunda alegría y agradecimiento, pues comprenden la necesidad de que llegue la salvación "El ángel dijo a los pastores: no temáis les anuncio una gran alegría que lo será para todo el pueblo, os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor". Como dice su SS JPII: "el adviento es el tiempo de regocijarnos en el don que se nos ha dado, El Salvador."
Para los que no preparan el corazón, se dejan distraer por las preocupaciones de la vida, se envuelven en el ritmo del mundo y no escuchan la voz de los que preparan el camino, el anuncio de la llegada del Salvador se convierte en amenaza a sus egoísmos, a sus estilos de vida e intereses personales: “ cuando el Rey Herodes oyó del nacimiento de Cristo, por boca de los magos, se sobresaltó y quiso aniquilarlo”. (Mt2)
Hermanos, preparemos nuestros corazones con un adviento de profunda vida interior. Preparemos el pesebre de nuestros corazones para que las gracias del Jubileo se den en plenitud en nosotros, en la Iglesia y en el mundo entero. Que en el 2000, por el poder del ES, en el Corazón Inmaculado de María Santísima y bajo la guía de JPII el precursor, experimentemos con una nueva fuerza, con un dinamismo interior, el evento de la Encarnación, el nacimiento del Salvador y la obra de redención que vino a cumplir. “Lo que en la plenitud de los tiempos se realizó por obra del Espíritu Santo, solamente por obra suya puede surgir de la memoria de la Iglesia” (TMA 44) .