El Payaso Triste
Había una vez un
payaso que divertía a los niños pero el mismo siempre estaba muy
triste.
Cuando regresaba a
su casa, se encontraba que a su esposa no le importaba si existía y
los hijos se burlaban de el por ser payaso. Aquella casa no era un
hogar porque faltaba el amor.
Cada día aquel pobre
hombre volvía a su papel de payaso. Todos
los niños se reían de el, menos un pequeñín que lo miraba con una
gran ternura, como si le viera mas allá del maquillaje.
Un día, ya muy cansado
y deprimido, el payaso se acostó en una banca del parque y se
durmió. ¿Como podré seguir de payaso si ya no me queda fuerza para
hacer reír? Al despertar se encontró con aquel pequeñín que lo
miraba con ojos llenos de amor. El payaso, sorprendido, le pregunta ¿Como
descubriste que yo era el payaso si no tengo maquillaje? El niño
respondió. Para mi tu no eres un payaso sino mi hermano, hijo de Mi
Padre. Soy Jesús. Yo di mi vida por ti.
-Desconocemos el autor
Efesios 5,2
Vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como
oblación y víctima de suave aroma.
Romanos 8,37-39
Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.
Juan 20,17
Vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.