"Como influye el arte en la
historia viva de la Iglesia y en su misión."
Entrevista a Su Exc. Mons. Mauro Piacenza por la Agencia
Fides
Vaticano
La contemplación de la belleza ayuda a penetrar el misterio, y el
conocimiento del misterio ayuda a la conversión de vida: entrevista a Su
Exc. Mons. Mauro Piacenza sobre la muestra dedicada a la Inmaculada
Concepción
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Una mujer vestida de sol" - La
Inmaculada Concepción en las obras de los grandes maestros - es el
título de la muestra promovida por la Pontificia Comisión para los
Bienes Culturales de la Iglesia en el 150° aniversario del dogma de la
Inmaculada Concepción, que ha sido inaugurada hace unos días en el Brazo
de Carlo Magno, en el Vaticano. Están expuestas más de 100 obras
(pictóricas, esculturas, manuscritos, joyas, objetos litúrgicos y
devocionales) que cubren un arco cronológico y temático de unos 1000
años. Recorrer el itinerario de las seis secciones en que está
articulada la exhibición, no constituye sólo un enriquecimiento cultural
sino un verdadero camino que estimula la reflexión, aumenta el
conocimiento, eleva el espíritu en la contemplación de la belleza. La
Agencia Fides ha realizado una entrevista a Su Exc. Mons. Mauro Piacenza
Presidente de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la
Iglesia y la Pontificia Comisión de Arqueología Sagrada sobre como
influye el arte en la historia viva de la Iglesia y en su misión.
Excelencia, Usted es Presidente de la Pontificia Comisión para los
Bienes Culturales de la Iglesia. Al cargo, pues, de un patrimonio
inmenso, que representa a menudo un testimonio directo de la vida de la
Iglesia y por lo tanto, de la misión que la Iglesia ha realizado en el
curso de los siglos…
Sí, el empeño artístico es, efectivamente, un testimonio de la vida de
la Iglesia y, por lo tanto, de su misión. Representa un modo personal de
vivir la misión. Tales bienes culturales, que han surgido en el seno de
la fe y agentes de evangelización, demuestran como palpita la fe en la
vivencia cotidiana.
¿Por tanto, los bienes culturales como expresión de misma la
Iglesia?
Los bienes culturales, se pueden definir como un testimonio vivo
de la Tradición, de la acción de la Iglesia en el mundo dirigido por el
Espíritu Santo, para llevar el Evangelio a las gentes, es decir, a los
paganos de todos los tiempos, además de nutrir espiritual y
culturalmente a los fieles.
Según Vd., testimoniar el Evangelio por medio de una educación al
acercamiento de los bienes culturales, ¿puede acercar todavía hoy a los
contemporáneos a Cristo?
La Iglesia puede encontrar en las expresiones artísticas un
instrumento privilegiado de encuentro e intercambio con las generaciones
contemporáneas actuando en este sentido la propia vocación misionera
para la promoción cultural y la evangelización cristiana. Las múltiples
manifestaciones que encuentran en la belleza un lenguaje universal y un
vínculo para dirigirse hacia lo sagrado representan el tesoro espiritual
de cada cultura que llega a la maduración cuando, alcanzada por el
anuncio del Evangelio, favorece la conversión cristiana y, por
consiguiente, el auténtico desarrollo.
¿Históricamente, en su opinión, ¿la Iglesia siempre ha tenido una
particular atención al mundo del arte, o más bien no?
Son innumerables, desde la Iglesia primitiva, las intervenciones
de las instituciones eclesiásticas en el sector del arte. Podemos
remontarnos al Papa Zefirino (199-217), que confió la superintendencia
de las catacumbas en la Via Appia al Diácono Calixto, posteriormente su
sucesor, prefigurando una obra de conservación, de embellecimiento
iconográfico, de apoyo a la inculturación de la fe. Terminadas las
persecuciones tuvo lugar el período de la construcción de las grandes
basílicas y se encendió la discusión sobre las sagradas imágenes. En la
Edad Media toda Europa se convirtió en una enorme cantera de catedrales.
En el Renacimiento, los mayores artistas se afanaron por encontrar
nuevas soluciones con las que expresar lo sagrado inculturandolo en la
gran tradición clásica; en los siglos siguientes cada generación de la
civitas christiana se afanó en dejar un signo de su propio recorrido de
fe; también en los difíciles años del 1900 la Iglesia no renunció a
retomar su alianza con el arte, como proclamó el Concilio Ecuménico
Vaticano II en el Mensaje a los Artistas.
Hablamos del arte y de su relación con el placer estético...
El arte debe empujar a la transformación del mundo en su
deleitosa belleza ordenada a la verdad y al bien. En este contexto, el
placer estético es un signo que recuerda el placer de compartir la vida
junto a otros. La herejía estética o hedonística que ha contraseñado las
culturas de la modernidad, debe solucionarse con una renovada era ética,
gracias al empeño de las artes liberales.
Los artistas tienen pues una gran responsabilidad ética, ya que la
incidencia del arte sobre las personas es notable. Los artistas
auténticos se sitúan entre los bienhechores más grandes de la humanidad,
porque alimentan el sentido de cualidad, esencial del hombre, que es su
espiritualidad. Por medio de sus obras dicen y cantan lo divino causando
atractivo y escucha, ya que la belleza hace resaltar los contenidos. Sus
obras manifiestan el proprium del hombre de hablar con los semejantes,
comunicando emociones, intuiciones, deliberaciones.
¿Qué relación existe entre arte y experiencia mística?
Una relación muy estrecha porque el arte apunta precisamente
hacia la intrínseca apertura del hombre hacia Dios. El arte abre las
conciencias hacia lo absoluto moviendo el alma al culto a Dios en
espíritu y verdad. Lo bonito es el esplendor de las formas sensibles, lo
sagrado es el resplandor de la gloria de Dios. El resplandor de las
formas sensibles es fruto y expresión de la contemplación de la gloria
de Dios.
(P.L.R) (Agencia Fides 5/3/2005; Líneas: 70 Palabras: 926)