¿DONDE ESTAN LAS RIQUEZAS DEL
VATICANO?
Padre Jordi Rivero
¿Por que la Iglesia no vende sus riquezas
para alimentar a los pobres?
Esta pregunta requiere otra: ¿A que riquezas se
refieren? Es cierto el Vaticano tiene un impresionante
esplendor artístico. También es cierto que en la historia
han existido papas y obispos que ha acumulado riquezas. Pero
también es cierto que en el último siglo la Iglesia ha tenido la
bendición de tener papas santos y humildes.
Las riquezas del Vaticano
El Vaticano es el centro de la
Iglesia Católica. Allí reside el Papa. Las misión encomendada a la Iglesia
por Jesucristo incluye el gobierno de la Iglesia universal.
Gobernar incluye enseñar, evangelizar, administrar, servir...
Cuando se considera todo lo que el Vaticano
hace, podemos concluir que es un modelo de eficiencia. Hace mucho con muy poco. Los que acusan al
Vaticano de tener mucho dinero simplemente no saben lo que
dicen.
El Vaticano tiene un famoso museo. Pero este
no es propiedad del Papa. Mas bien la Iglesia tiene la carga de custodiarlo
como
PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD. Millones lo visitan cada año y a nadie se le
pregunta sobre su fe.
La Basílica de San Pedro y las otras basílicas son igualmente
patrimonio de la humanidad.
En ellas entra todo el mundo gratis. Pero la Iglesia tiene el costo de cuidarlas.
Cuando se habla de Iglesia hay que incluir a
todos los bautizados. Entre ellos hay innumerables pobres. El
Vaticano también le pertenece a ellos. Conozco personalmente sacerdotes y
religiosas que viven como misioneros entre los mas pobres del
mundo. Ellos lo han dejado todo para servir a los mas pobres.
Conozco también profesionales laicos que dedican sus vacaciones
cada año a servir a los pobres. Pero los que critican "las
riquezas del Vaticano" nunca los mencionan.
Tampoco mencionan que la Iglesia católica es la mayor
organización no gubernamental de caridad en el mundo. Es además
sumamente eficaz en su ayuda. Si deseas saber la verdad
investiga en tu propia ciudad que hace la Iglesia para servir a
los pobres. Descubre el trabajo de las parroquias, de las
religiosas, de las organizaciones caritativas de la Iglesia, el
trabajo de los laicos comprometidos... todos somos iglesia.
Siempre hay quienes no dan buen ejemplo y siempre habrá santos.
Cada uno será juzgado por su propia entrega.
La crítica contra los templos
Se acusa a la Iglesia de ser rica por la excelencia de sus numerosos templos.
Olvidan que los templos son sagrados porque están dedicados a
Dios para su culto. Los cristianos desean reflejar en la construcción el
amor y respeto debido a Dios. Nada puede ser mas importante que el culto divino.
Jesucristo frecuentaba la sinagoga y, cuando estaba en Jerusalén, asistía al templo y
en el enseñaba. Jesús pone como ejemplo a una viuda que ofrece al
templo lo que necesita para comer (Cf. Mc 12,44). Tanto fue su celo por el Templo que en una ocasión echó fuera los que
no lo respetaban como Casa de Oración (Mt 21,12-13).
Las iglesias no son propiedad del clero ni del
obispo. Pertenecen a todos. La Iglesia es el
único lugar hermoso donde los pobres saben que están en su propia
casa. Los templos se construyen con el esfuerzo de todos los creyentes, ricos y pobres.
Todos por igual tienen acceso a ellos pues no se cobra la entrada.
Dar culto a Dios no es escapar las
realidades del mundo. Al contrario. Solo el que se encuentra con Dios sabrá vivir las exigencias del amor sobrenatural que Dios nos pide para con los
pobres.
Aun mirado desde es punto de vista
puramente material, el costo de construir los templos no empobrece sino que
enriquece. La construcción genera empleo pues requiere mucha mano de obra y
las iglesias son una de las pocas obras que los mismos pobres que las construyen gozan
como cosa propia, pues ellos mismos asisten a la iglesia con toda su familia. Los pobres son
los que mas van a la Iglesia, afirmando allí su dignidad y la unión con Dios
que es Padre de todos. Los templos pueden durar por siglos, enriqueciendo
así a numerosas generaciones. ¿Que serían nuestras ciudades hoy sin
las bellas iglesias que nuestros antepasados construyeron?.
Los templos son lugar de oración, centro religioso de la comunidad, patrimonio
cultural de la humanidad. Sus frutos no se pueden calcular solo en términos económicos. La esperanza de la humanidad está en su encuentro con Dios, en su conversión y en su
culto a Dios. Es de la experiencia de fe de la que surge el hombre nuevo capaz de trabajar
para un mundo mas justo que venza los males, entre ellos la pobreza.
Si calculamos la longevidad de los templos y los cientos de miles, en algunos casos
millones, de personas que en transcurso de esos años dan en ellos culto a Dios, podemos
descubrir que
los gastos de la construcción de un templo son recursos muy bien aprovechados.
Habría que preguntarse cual es la verdadera razón
detrás de la crítica contra los
templos. ¿No será en muchos casos la misma queja de Judas ante el derroche de
perfume de aquella mujer agradecida? En aquella ocasión Jesús le respondió:
«¿Por qué molestáis a esta mujer? Pues una "obra buena" ha hecho conmigo. Porque pobres tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre.
-Mateo 26,10-11.
A Jesús ciertamente no le faltaba amor a los
pobres.
No son los templos los que causan o mantienen la pobreza.
Mas bien el problema ocurre porque muchos no van al templo o van sin dejarse
convertir de corazón. Cuando el hombre se aparta de Dios de su corazón sale la
impureza: la corrupción, los
vicios, el egoísmo, el robo, el fraude, la indolencia...
Solo cuando ponemos a Dios por encima de todo podemos librarnos del pecado de
las injusticias sociales. Los templos sirven como lugar de encuentro para esa liberación. Debemos
conocer y vivir la justicia social que enseña la Iglesia. Esta se aplica a todos
los bautizados.
Sobre los templos
Ecclesia de Eucharistia, 48, Juan Pablo II:
Como la mujer de la unción en Betania, la Iglesia no ha tenido miedo
de «derrochar», dedicando sus mejores recursos para expresar su
reverente asombro ante el don inconmensurable de la Eucaristía. No menos
que aquellos primeros discípulos encargados de preparar la « sala grande
», la Iglesia se ha sentido impulsada a lo largo de los siglos y en las
diversas culturas a celebrar la Eucaristía en un contexto digno de tan
gran Misterio. La liturgia cristiana ha nacido en continuidad con las
palabras y gestos de Jesús y desarrollando la herencia ritual del
judaísmo. Y, en efecto, nada será bastante para expresar de modo
adecuado la acogida del don de sí mismo que el Esposo divino hace
continuamente a la Iglesia Esposa, poniendo al alcance de todas las
generaciones de creyentes el Sacrificio ofrecido una vez por todas sobre
la Cruz, y haciéndose alimento para todos los fieles. Aunque la lógica
del «convite» inspire familiaridad, la Iglesia no ha cedido nunca a la
tentación de banalizar esta «cordialidad» con su Esposo, olvidando que
Él es también su Dios y que el «banquete» sigue siendo siempre, después
de todo, un banquete sacrificial, marcado por la sangre derramada en el
Gólgota. El banquete eucarístico es verdaderamente un banquete
«sagrado», en el que la sencillez de los signos contiene el abismo de la
santidad de Dios: «O Sacrum convivium, in quo Christus sumitur!» El pan
que se parte en nuestros altares, ofrecido a nuestra condición de
peregrinos en camino por las sendas del mundo, es «panis angelorum», pan
de los ángeles, al cual no es posible acercarse si no es con la humildad
del centurión del Evangelio: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi
techo» (Mt 8, 8; Lc 7, 6).
49. En el contexto de este elevado sentido del misterio, se entiende
cómo la fe de la Iglesia en el Misterio eucarístico se haya expresado en
la historia no sólo mediante la exigencia de una actitud interior de
devoción, sino también a través de una serie de expresiones externas,
orientadas a evocar y subrayar la magnitud del acontecimiento que se
celebra. De aquí nace el proceso que ha llevado progresivamente a
establecer una especial reglamentación de la liturgia eucarística, en el
respeto de las diversas tradiciones eclesiales legítimamente
constituidas. También sobre esta base se ha ido creando un rico
patrimonio de arte. La arquitectura, la escultura, la pintura, la
música, dejándose guiar por el misterio cristiano, han encontrado en la
Eucaristía, directa o indirectamente, un motivo de gran inspiración.
Así ha ocurrido, por ejemplo, con la arquitectura, que, de las primeras
sedes eucarísticas en las «domus» de las familias cristianas, ha dado
paso, en cuanto el contexto histórico lo ha permitido, a las solemnes
basílicas de los primeros siglos, a las imponentes catedrales de la Edad
Media, hasta las iglesias, pequeñas o grandes, que han constelado poco a
poco las tierras donde ha llegado el cristianismo. Las formas de los
altares y tabernáculos se han desarrollado dentro de los espacios de las
sedes litúrgicas siguiendo en cada caso, no sólo motivos de inspiración
estética, sino también las exigencias de una apropiada comprensión del
Misterio. Igualmente se puede decir de la música sacra, y basta pensar
para ello en las inspiradas melodías gregorianas y en los numerosos, y a
menudo insignes, autores que se han afirmado con los textos litúrgicos
de la Santa Misa. Y, ¿acaso no se observa una enorme cantidad de
producciones artísticas, desde el fruto de una buena artesanía hasta
verdaderas obras de arte, en el sector de los objetos y ornamentos
utilizados para la celebración eucarística?
Se puede decir así que la Eucaristía, a la vez que ha plasmado la
Iglesia y la espiritualidad, ha tenido una fuerte incidencia en la
«cultura», especialmente en el ámbito estético.
Las riquezas del Papa
El Papa ni es rico ni vive como tal. Es un hombre de Dios totalmente dedicado a
su ministerio en servicio a toda la humanidad. La vida del Papa es austera
y sacrificada. Los que han visto su apartamento y su despacho saben
la verdad.
Todo lo hace en función a la gloria de Dios y el bien de las almas.
¿Que vive en un palacio? Vive en un antiguo "palacio" en el
Vaticano pues su misión no le permite vivir en un apartamento de la
ciudad. ¿Acaso se pueden imaginar el Papa tomando un autobús para ir al
Vaticano cada mañana?. Los que dicen estas cosas parece que no
comprenden cuanto ama la gente al Papa. Cuando el Papa sale en público
hace falta todo un sistema para que las masas no se le tiren encima.
¿Que viaja mucho? -Si, porque ha querido llegar personalmente con el
Evangelio a todos sus hijos. Son viajes agotadores. Ciertamente no
un paseo turístico de millonario. Cada visita cuesta millones, pero no es por
placer personal. Es por el bien de millones. Quien ha podido estar presente en
una misa o audiencia papal sabe muy bien la gracia espiritual que esto
representa.
¿Que tiene mucho dinero y riquezas? -No es cierto. El Papa es
administrador. No tiene riquezas personales. Juan Pablo II, por
ejemplo, murió sin tener nada material a su nombre, solo poseía su ropa
personal y algunos libros.
Como pastor de la Iglesia universal, el Papa es responsable
de la administración
del Vaticano y esto implica recursos económicos. Esos recursos son en realidad una cantidad muy
moderada ante las necesidades reales de la Iglesia en el servicio de la grey.
¿Acaso a alguien se le ocurre decir que un piloto comercial es
rico porque tiene una nave aérea bajo sus controles?.
¿Como se sostiene
económicamente el Vaticano?
Habla monseñor Sebastiani, prefecto para Asuntos
Económicos de la Santa Sede. CIUDAD DEL VATICANO, 23 julio 98.
Tomado de Zenit.
"Para la Iglesia las libres donaciones se han revelado más rentables
que las tasas. Quizá la razón es psicológica. Pero si la Santa Sede ha saneado, poco a
poco, sus propias cuentas ha sido gracias a una verdadera competencia de solidaridad entre
los fieles, conferencias episcopales y órdenes religiosas, que comenzó en 1992 con la
reforma del código canónico. Aquí en el Vaticano hemos aplicado el axioma común a
cualquier empresa bien gestionada: contener el gasto y aumentar las entradas. Es todo.
Incluso aunque, este año, hemos aumentado las ayudas familiares a nuestros empleados en
un 40%, embarcándonos en un notable gravamen. Pero quien fantasea con inmensas riquezas,
tesoros escondidos, se equivoca de plano. Vamos tirando, y con parsimonia. Cuidamos mucho
la manutención de nuestros inmuebles, porque es mejor gastar antes que cuando el inmueble
ya se cae de viejo. Vamos tirando, invirtiendo con gran prudencia, buscando salvaguardar
la herencia patrimonial recibida del Estado italiano con la firma de los Pactos
Lateranenses".
El arzobispo italiano Sergio Sebastiani, de 67 años, 38 de los cuales vividos en las
nunciaturas apostólicas de medio mundo, sonríe persuasivo como sólo los diplomáticos
de largo recorrido lo saben hacer. Sebastiani es, desde hace pocos meses, presidente de la
Prefectura para Asuntos Económicos. En declaraciones concedidas al "Corriere della
Sera", el diario italiano de mayor tirada, ha explicado en qué consiste la labor del
organismo vaticano que dirige. "Equivale al Ministerio de Economía y Hacienda y, al
mismo tiempo, al Tribunal de Cuentas del Estado --explica-- pero haciendo ciertas
comparaciones no se puede uno olvidar que la Iglesia tiene una misión espiritual, no
material. Aquí los recursos económicos son solamente el medio, no el fin".
En su sobrio despacho, anejo a la columnata de San Pedro, monseñor Sebastiani cuenta
como, en los años 67-68, como joven secretario del cardenal Giovanni Benelli, colaboró
justamente en el nacimiento de la Prefectura que hoy preside. Después, tras el trabajo en
la Curia, para Sebastiani se abrió el camino de la diplomacia vaticana. "Aquí
estamos todos marcados por la experiencia diplomática vivida en el extranjero. Es nuestro
indumento mental . Pero ¿quién hubiera dicho que un día volvería aquí? He
reencontrado este organismo postconciliar, bien estructurado, reforzado, respetado".
--Monseñor Sebastiani, ¿como se han saneado las finanzas de la Santa Sede?
--Hasta el 92, teníamos un fuerte déficit. Ese año marcamos un superavit récord de
19.000 millones de liras: una situación quizá irrepetible, debida al cambio favorable de
divisas. Es decir, al refuerzo del dólar --la divisa en la que recibimos muchas
ofrendas-- respecto a la lira, la divisa que usamos en nuestras cuentas.
--¿La diferencia se debe a las donaciones?
--Hoy recibimos en total más de 100.000 millones de liras al año en donaciones
libres, de las que 34.000 millones vienen de los obispos. Estos últimos, según el canon
1.271 del Código de Derecho Canónico, tienen la obligación moral de contribuir a las
necesidades materiales de la Iglesia.
En el fondo, si se piensa, la Santa Sede está al servicio de las comunidades
eclesiales locales, así como el Estado está al servicio de los ciudadanos. Las diócesis
individuales, por lo tanto, tienen sus propios asuntos económicos pero aportan una
contribución voluntaria a Roma porque, en cambio, reciben un servicio. Piense sólo en
nuestra actividad diplomática o en las misiones. Siguiendo el mismo principio, a su vez
las diócesis reciben contribuciones de los fieles".
--¿Cuáles son las conferencias episcopales más generosas con Roma?
--En el primer puesto está, desde hace algunos años la Conferencia Episcopal Alemana,
seguida de la americana e italiana. Después están las aportaciones privadas: en Estados
Unidos, han creado asociaciones que recogen fondos para la Santa Sede, como los Caballeros
de Colón o la Fundación Papal. ¿Y sabe quién da más? Los pobres, no los ricos. La
Iglesia se sostiene todavía gracias el óbolo de la viuda. Además de los fieles
individuales y de los obispos, llega incluso la pequeña contribución de las
congregaciones religiosas, poco más de 2.500 millones al año"
--¿Y el óbolo de San Pedro?
--No entra en nuestro capital consolidado, sino que se aparta directamente para que el
Santo Padre haga con ese dinero lo que crea más conveniente. No sabemos el destino exacto
de esta suma, que de todas maneras viene usada para obras de caridad, las misiones y la
asistencia a las Iglesias pobres".
--Por qué la Iglesia no tiene una estructura financiera centralizada, como sucede a
nivel doctrinal?
--Al contrario de lo que sucede en el campo doctrinal, donde el Papa tiene el mandato
de conservar a través de los siglos el depósito de la fe, en la gestión de los propios
recursos, la Iglesia es una realidad descentralizada. Es decir, deja autonomía a cada
administración vaticana, aunque bajo el control y la vigilancia de la Prefectura para
Asuntos Económicos.
ZN980723-7 Zenit