Brujería
Naturaleza e historia
Ver también: Adivinación | Hechicería | Magia
| Satanismo | wicca
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Es difícil distinguir claramente entre brujería, hechicería y magia...
Estas prácticas utilizan medios ocultos
(fuera de la revelación dada por Dios) para
producir efectos mas allá de los poderes naturales del hombre.
La brujería se adapta a los tiempos modernos y
abunda
aun en los libros populares para niños. Ver:
Harry Potter
Nos
escriben: "La brujería no es mala. En ella realmente no hay dioses o
demonios ya que esos son solo conceptos de la religión católica aplicados a la
brujería. Además, la brujería no tiene nada que ver con el satanismo. Cuando se
confunde con este es generalmente por dos razones:
1 El satanismo utiliza, aunque invertido, el pentagrama de la brujería, para
sacrificios humanos y de animales. En la brujería este pentagrama solo significa
el equilibrio entre el agua, el fuego, la tierra, el aire y el espíritu del ser
humano.
2 En la antigüedad se llamaron brujas o brujos a todos aquellos que renegaban de
la fe Católica.
Simplemente son creencias de cada
quien y respeto su opinión.
RESPUESTA:
Padre Jordi Rivero
Es un error intentar imponer
la fe. En algunos lugares y en diferentes épocas eso ocurrió por parte de todas
las confesiones importantes. El Papa pidió perdón por los católicos. ¿Alguien
mas ha pedido perdón? En la actualidad se cae con frecuencia en otro error: el relativismo;
según el cual nada es bueno ni malo sino
que todo depende de la opinión de cada cual. Esta posición evita discusiones
pero evita también la posibilidad de crecer en el conocimiento de la verdad.
¿Es lo mismo creer en
Dios que no creer?, ¿La verdad, importa?
Si los brujos no creen en el
diablo según lo
conoce la revelación cristiana, no por eso dejan de recurrir
a
el
ya que la brujería implica por lo menos una
búsqueda de la intervención de espíritus. Quien abre la puerta a los malos
espíritus queda involucrado con ellos.
La brujería implica la creencia en una realidad
invisible a la que el practicante queda atado. Las
Sagradas Escrituras y los Padres enseñan que se trata de una
entidad
diabólica (Dt 18,12). Con frecuencia he
orado por personas que han sido víctimas de "trabajos"
de brujería.
El rechazo a la brujería no
comienza con la Iglesia Católica. Como podrá ver en este artículo, la condena ya
existía en el Antiguo Testamento. También el Imperio Romano penalizaba ciertas
actividades de la brujería con la pena de muerte.
¿Por qué se recurre a la brujería?
La ayuda que ofrece la brujería se busca
por diferentes razones. Las principales son: Para hacer
daño a quien se odia; para atraer la pasión amorosa de
alguien; para invocar a los muertos; para suscitar calamidades o
impotencia contra enemigos, rivales u opresores reales o
imaginarios; para resolver un problema se ha convertido
en obsesión y ya no importa por que medio se resuelve.
Prácticas de los Brujos
La brujería data desde los tiempos de la antigua Mesopotamia
y Egipto. Así se demuestra la Biblia al igual que en otros
antiguos escritos como el Código de Hammurabi (2000 a.C.).
No todos los brujos siguen las mismas prácticas
Pero no es extraño que el
brujo haga un pacto con espíritus, abjure a Cristo y los
Sacramentos, haga rituales como parodias de la Santa Misa o de los oficios de la Iglesia, adoren
al Príncipe de las Tinieblas y participan en aquelarres
(reuniones de brujos donde hacen sus maledicencias). La brujería está relacionada con el satanismo.
En brujería y en la magia hay
elementos comunes:
1-La realización de rituales o de gestos simbólicos.
2- El uso de sustancias y objetos materiales que tienen
significado simbólico.
3- Pronunciamiento de un hechizo.
4- Una condición prescrita del que efectúa el rito.
La brujería consta de rituales para hacer sus hechizos
(ejercer un maleficio o atadura sobre alguien), algunos de los
cuales requieren hierbas particulares. También hay palabras de
conjuro o hechizo que pueden ser escritas para obtener un mayor
poder. Quién realiza el rito debe desear su propósito con todas
sus fuerzas para obtener mayores efectos y algunas veces debe
ayunar por 24 horas antes de realizar el rito para purificar el
cuerpo.
¿Es real el poder de la brujería?
Puede ser real, pero en muchos casos puede ser también
sugestión de la mente, es decir pura mentira. En ambos casos
está actuando el demonio, príncipe de la mentira.
La Biblia, la enseñanza de los Padres de la Iglesia y la
tradición no dejan lugar a dudas sobre el hecho que los seres
humanos tienen la libertad para pactar con el diablo el cual
tiene influencia en la tierra y en las actividades humanas. Por
otro lado algunos Padres como San Jerónimo, pensaban que en muchos casos
la brujería es sugestión de la mente.
La Biblia condena la brujería y la
hechicería, no como falsas o fraudulentas, sino por ser una
abominación: "A la hechicera no la dejarás con vida"
(Exodo 22,18; Ver también Deuteronomio 18,11-12). La
narrativa de la visita del rey Saúl a la hechicera de Endor (I
Reyes 28) demuestra que su evocación de Samuel fue real y tuvo
efecto. En Levítico 20,27 se lee: "El hombre o la mujer en que haya espíritu de nigromante o adivino, morirá sin
remedio: los lapidarán. Caerá su sangre sobre
ellos". Está claro que en estos casos se trata de un espíritu adivino.
El Pueblo de Israel, en muchas ocasiones, se tornó a la
práctica de la adivinación y a la
consulta de brujos, yendo así en contra de los mandatos de Dios.
(Ez 13:18-19; 2 Cron 33:6; Jer 27:9...).
El Antiguo Testamento muestra claramente como
los Israelitas y sus vecinos paganos estaban conscientes de la
brujería y la magia. En el libro de Éxodo 7:11 leemos que el
Faraón: "llamó a todos los sabios y adivinos. Y ellos
también, los magos de Egipto, hicieron las mismas cosas (que
Moisés) por medio de sus artes secretas".
El
Primer
Mandamiento condena la brujería, la magia y todo
tipo de adivinación: "Yo Soy el
señor tu Dios...no tendrás dioses extraños delante de mi"
(Ex 20:2-3).
El Nuevo Testamento igualmente condena la
brujería como una realidad perversa: (Gálatas 5,20; 13,6;
Apocalipsis 21,8; 22,15). El mago Simón era practicante de la
magia pero le dio envidia de los Apóstoles al ver que la gente recibía el
Espíritu Santo cuando ellos imponían las manos. Ofreció dinero a los Apóstoles para que le
enseñaran como hacer esto y Pedro le contestó: "...tú
corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete , pues, de
esa tu maldad..." (Hechos 8:9-22).
La brujería opera con poder satánico (dado por Satanás). Se
trata de los poderes que oprimen a los hombres y que Jesucristo
confrontó hasta morir y resucitar para librarnos de ellos. Su
victoria no nos evita la lucha contra el maligno sino que nos da
la fuerza para vencerlo si tenemos fe.
Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre,
sino contra los Principados, contra las Potestades, contra
los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los
Espíritus del Mal que están en las alturas. Efesios 6:12
Debemos evitar tanto el exagerar como el minimizar el poder de
Satanás. En una guerra es esencial conocer las fuerzas
contrarias y saber como vencerlas. Satanás tiene poder para
tentar y asediar a los fieles, pero su poder no es comparable al
de Dios Todopoderoso. Satanás puede causar persecuciones y hasta
el martirio de los fieles. La victoria de los santos no está en
vivir sin pruebas sino en vencerlas manteniéndose fieles a Dios.
El demonio existe y entra en relación con aquellos
que lo buscan. Como recompensa a quién le ofrece culto,
el demonio otorga poderes preternaturales para obtener poder,
fama, dinero, influencia, es decir las cosas que desea la carne.
Por medio de la brujería se puede llegar a lograr el éxito en
el mundo profesional ya sea como artista, profesional, militar,
político, etc. Estas personas pueden parecer muy
atractivas y tener un gran don de ganarse a la gente hasta el
punto de atraer grandes multitudes y convertirse en dioses para
sus admiradores los cuales son capaces de hacer hasta lo
irrazonable por sus ellos. Los poderes del mal pueden cegar las
mentes y fanatizarlas portentosamente. La brujería no es mera
superstición. El demonio ciertamente arrastra hacia su reino
del mal a los que se involucran en ella y a sus aduladores. Si no
hay arrepentimiento y conversión, el final será el infierno.
Qué hacer contra las brujerías
Al enterarse de que alguien le está haciendo un
"trabajo" de brujería, muchas personas tienen
miedo. Esto es lo que el quiere ya que por el miedo puede
dominarnos. Debemos recordar que el demonio nada puede contra los
que son fieles a Dios. Nuestro Padre Celestial es Todopoderoso y
nos ama. El demonio sólo puede con aquellos que no confían en
Dios y por falta de fe están espiritualmente débiles o muertos.
Son como pollitos que se han alejado de la protección de la
gallina y se exponen al gavilán. Por eso Jesús nos dice:
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una
gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis
querido! Mateo 23:37
Quién está amenazado por brujerías que recurra al Señor
por protección y no tema. Debe poner en Dios toda su confianza y
practicar su fe, no por miedo a la brujería sino por
convicción: acercarse a los sacramentos, la oración personal y
pedir a los hermanos que oren por él. La gracia del Señor jamás
faltará a quién la busque.
Jamás debemos ir a otro brujo para "defendernos".
Eso sería caer en la trampa del demonio haciendo lo que él
quiere: que desconfiemos de Dios para que recurramos a él.
Muchas veces las personas recurren a la brujería en momentos
de desesperación, cuando creen que es el último recurso que les
queda. En esos momento vulnerables alguien les ofrece la
brujería como una solución fácil. Como católicos jamás
recurrimos a ningún medio espiritual fuera de Dios. Cuando
pedimos la intercesión de los santos, por ejemplo, no buscamos
una vía alterna sino que buscamos su ayuda tan solo y
precisamente para mantenernos fieles al Señor como ellos lo
hicieron. Hay dos familias: la de Dios y la del
demonio. Cada uno recurre a los miembros de la suya.
Pidamos a Dios que prefiramos morir antes de buscar algo del
demonio.
Fantasías en torno a la brujería
Aunque es cierto que en la brujería hay acción diabólica,
la gente ignorante y supersticiosa ha creado muchísimas fábulas
y supersticiones: Brujas que vuelan sobre una escoba,
encantaciones que transforman a la víctima en un sapo...
Estas fantasías no son causadas por la religión, sino al
contrario, ocurren por faltar la auténtica fe.
En el trabajo "De ecclesiasticis disciplinis"
atribuido a Regino de Prum (906 d.C.), en la sección 364,
critica a "ciertas mujeres" que "seducidas por
ilusiones y fantasmas de demonios, creen y abiertamente
profesan que en plena noche ellas viajan sobre ciertas bestias
junto con la diosa pagana Diana y una cantidad innumerable de
mujeres, y que en estas horas de silencio vuelan sobre vastas
expansiones de terreno y la obedecen como señora..."
Regio se lamenta que ellas llevan a esas fantasías y por lo
tanto al paganismo a mucha gente (innumera multitudo).
Concluye que es "el deber de los sacerdotes enseñar a la
gente que estas cosas son absolutamente falsas... implantadas por
el maligno"
Falsas acusaciones y crueldades contra presuntos
brujos y brujas.
Lamentablemente no siempre se siguió el consejo de Regino de
Prum. La brujería se convirtió en escape para culpar de
cualquier cosa, hasta desastres naturales y epidemias.
Pero existieron otras razones, entre ellas el poder y el interés
de crear causa contra enemigos. El resultado fue la
persecución y "caza de brujas" en que se
enjuiciaron y condenaron a muerte injustamente a muchas personas,
casi siempre las más indefensas. Quizás el caso más famoso es el
de Santa Juana de Arco quién, acusada de bruja, murió quemada.
Nos sirve para elucidar los intereses de poder, venganza y maldad
que daban lugar a las persecuciones de brujas.
La persecución de las brujas
comienza con el poder secular. El
Imperio Romano, en el siglo III, castigaba con la pena de la hoguera a los
que causaran la muerte de alguien con sus encantamientos (Julius Paulus,
"Sent.", V, 23, 17). En el siglo IV, la legislación eclesiástica quiso
atenuar la severidad del estado. El Concilio de Elvira (306), Canon 6,
rehusó el Viáticum a aquellos que matasen con una encantación (per
maleficium) y añade que tal crimen no podía efectuarse "sin
idolatría", ya que el culto al demonio es idolatría. El canon 24 del
Concilio de Ancyra (314) impuso cinco años de penitencia a los que consulten
magos. Penas similares fueron establecidas por el concilio oriental en
Trullo (692).
En los
primeros trece siglos de la era cristiana no se dieron por lo general las
crueles persecuciones y cazas de hechiceros que aparecieron más tarde.
Mientras el estado permitía la tortura contra los hechiceros, el Papa
Nicolás I (d.C. 866) la prohibió. Una ordenanza similar aparece en los
Decretos Pseudo-Isidoros. Pero la Iglesia no pudo eliminar la tortura y
otros abusos que están arraigados en el corazón del hombre.
Llevar el nombre de cristiano no es suficiente para comportarse como tal.
En muchas
ocasiones el clero habló con autoridad para evitar las acusaciones fanáticas
y abusivas. Entre ellos San Agobardo, arzobispo de Lyon (m. 841) quien
escribió "Contra insulsam vulgi opinionem de grandine et tonitruis" (contra
las necias creencias de la gente sobre el granizo y el rayo) (P.L., CIV,
147). El Papa Gregorio VII en 1080 escribió al Rey Harold de Dinamarca
prohibiendo que las brujas fueran sentenciadas a muerte.
La Inquisición
En la segunda
mitad del siglo XIII, la recién instituida Inquisición Papal comenzó a
imponer cargos de hechicería. Alejandro IV, ordenó (1258) que los
inquisidores debían limitar sus intervenciones a casos con alguna clara
presunción de creencias heréticas (manifeste
haeresim saparent). Pero como la brujería, con sus prácticas
diabólicas, está muy ligada a la herejía, la persecución de brujas no se
evitó.
En Toulouse,
sede de la herejía de los Cátaros, fue donde en 1275 se dio el primer caso
conocido de una bruja llevada a la hoguera por la sentencia jurídica de un
inquisitor (Hugues de Baniol Cauzons, "La Magic", II, 217). La mujer
"confesó" haber dado a luz a un monstruo, producto de su relación carnal con
espíritus malignos, y haberlo alimentado con carne de infantes que se
procuraba en expediciones nocturnas. La posibilidad de relaciones carnales
entre seres humanos y demonios era aceptada por algunos grandes teólogos
como Santo Tomás y San Buenaventura, sin embargo en la Iglesia prevalecía
el sentir contrario. Un testigo poco amistoso con la Iglesia, Riezler (Hexenprozesse
en Bayern, p. 32) reconoce que "entre los representantes oficiales de la
Iglesia, esta tendencia más saludable prevaleció hasta los umbrales de la
epidemia del juicio de brujas, o sea, hasta avanzado el siglo XVI". En el
Sínodo Provincial de Salzburgo de 1569 (Dalham, "Concillia Salisburgensia",
p. 372), hubo una fuerte tendencia a prevenir la imposición de la pena de
muerte en acusaciones de brujería, insistiendo que estas son ilusiones
diabólicas.
Pero no hay
duda de que en el siglo XIV algunas constituciones papales de Juan XXII y
Benedicto XII (cf. Hansen, "Quellen und Untersuchungen", pp. 2-15)
impulsaron a los inquisidores a realizar enjuiciamientos por brujería y
otras prácticas mágicas, especialmente en el sur de Francia. En un juicio a
gran escala en Toulouse en 1334, en el que se procesaron a 63 personas por
ofensas de este tipo, 8 fueron entregadas al poder secular para ser
quemadas. El resto fueron a prisión de por vida o con largas sentencias.
Dos de las condenadas, ambas mujeres mayores, después de ser torturadas,
confesaron haber asistido a un aquelarre de brujas, haber allí adorado al
demonio y ser culpables de indecencias con él y otras personas presentes, y
haber comido carne de infantes. (Hansen, "Zauberwahn", 315; y "Quellen und
Untersuchungen", 451). En 1324 Petronilla de Midia fue quemada en Irlanda
por recomendación de Richard, Obispo de Ossory. Durante este período, las
cortes seculares acusaban y enjuiciaban por brujería con igual o mayor
severidad que los tribunales eclesiásticos. Se usaba la tortura y la
hoguera.
No se conoce
qué enjuiciamientos de este tipo se llevaron a cabo en Alemania por
inquisitores papales durante los siglos XIII y XIV. Alrededor del año 1400
encontramos muchos enjuiciamientos de brujas en Berna, Suiza, a manos de
Pedro de Gruyères, que, a pesar de lo que dice Riezler, era sin lugar a
dudas un juez secular (Hansen, "Quellen, etc.", 91 n.). También jueces
seculares en Valais (1428-1434) mataron 200 brujas; y en Briancon en 1437
más de 150. Las víctimas de los inquisitores -ej. en Heidelberg en 1447 o
Savoya en 1462- parecen no haber sido tan numerosas.
Algunos
escritores han pensado que la bula "Summis desiderantes affectibus", del
Papa Inocencio VIII (1484), fue responsable por la fiebre contra las brujas.
Esto no es cierto ya que las campañas anti-brujas preceden a esta bula, la
cual no contiene nada nuevo. Su efecto fue más bien el de ratificar el poder
ya conferido a los inquisitores Enrique Institoris y Santiago Sprenger, para
tratar con crímenes de brujería y herejía y pedir al Obispo de Estrasburgo
que apoye a los inquisitores. Esta bula papal, sin embargo, no pronuncia
ninguna decisión dogmática. Quizás el libro "Malleus Maleficarum" (el
martillo de las brujas), publicado unos dos años después por los mismos
inquisitores, fue el que más incitó al enjuiciamiento de brujas. Pero los
enjuiciamientos de brujas en los siglos XVI y XVII fueron en su mayoría
hechos por el poder secular.
La Reforma Protestante ante la caza
de brujas.
Lucero,
Calvino y sus seguidores acentuaron la creencia popular en el poder del
demonio en la brujería y otras prácticas mágicas. Lutero, basado en su
interpretación del mandamiento bíblico, abogó por la exterminación de las
brujas. "La Historia del Pueblo Alemán" de Janssen, argumenta con muchas
pruebas (capítulos IV y V, del último volumen -vol. XVI de la edición
inglesa), que una gran responsabilidad por la caza de brujas recae en los
Reformadores.
El código
penal conocido como "Carolina" (1532), decretó que la hechicería debe ser
tratada como una ofensa criminal en el imperio Alemán, y si causó daño a
alguna persona la bruja debía ser quemada. Hubo mayor actividad de cacería
de brujas en los distritos protestantes de Alemania que en las provincias
católicas. Ejemplos de ello son Osnabruck y Wolfenbuttenl. En Osnabruck, en
1583, se quemaron 121 personas en tres meses. En Wolfenbuttenl en 1593 se
llegaron a quemar hasta diez brujas en un día. Pero hasta el 1563 no se hizo
una resistencia eficaz a la persecución, y fue a través de un protestante de
Cleues, Juan Weyer. Se le unieron las protestas de Ewich y Witekind.
En el debate
sobre las brujas había católicos y protestantes en ambos lados. Quizás la
protesta más efectiva contra la caza de brujas fue la del jesuita Friedrich
von Spee, quién en 1631 publicó "Cautio criminalis".
La persecución ocurrió en muchos
países
La persecución
de brujas se extendió por muchos países. En el siglo XVI los tribunales
seculares en Roma llevaron a cabo enjuiciamientos. En Inglaterra y Escocia
también hubo persecuciones pero no hay cifras precisas sobre las
ejecuciones. Según escribió Howell en 1648, sólo en Essex y Suffolk hubo
cerca de 300 brujas procesadas en dos años, la mayoría ejecutadas.
El Papa
Gregorio XV, en su constitución "omnipotentis" (1623), recomendó un
procedimiento más clemente y en 1657 una instrucción de la inquisición
amonestó con eficacia la crueldad de las persecuciones. Al final del siglo
XVII la persecución comenzó a reducirse en casi en todo el mundo y al
principio de XVIII prácticamente cesaron. El último juicio por brujería en
Alemania fue en 1749 en Wurzburg, pero en Suiza una niña fue ejecutada como
bruja en el cantón protestante de Glarus en 1783.
En los Estados
Unidos, Cotton Mather, en su "Maravillas del Mundo Invisible" (1693), cuenta
que 9 ejecuciones de brujas ocurrieron en Nueva Inglaterra. En la actualidad
Estados Unidos celebra Halloween el 31 de octubre (la víspera del día de
todos los santos), en que se recuerdan las historias de brujas de una forma
fantasiosa. Se acostumbra a disfrazarse, preferiblemente de brujas, duendes,
monstruos o cualquier cosa que de miedo, y se reviven los cuentos de
brujas. En el ambiente materialista de la actualidad se hace de todo ello
una broma, pero en el fondo opera también un deseo pagano de llenar un vacío
espiritual.
No hay pruebas
sobre las alegaciones de que algunas mujeres fueron enjuiciadas formalmente
en México a finales del siglo XIX (ver Stimmen aus Maria-Laach, XXXII, 1887,
p. 378).
Un gran número
de ellas confesaron espontáneamente, aparentemente sin amenazas, haber
participado, en prácticas satánicas. Además, el pleno reconocimiento de
culpa parece constantemente haber sido confirmado justo antes de la
ejecución, cuando el acusado no tenía nada que ganar o perder con la
confesión. Esto puede atribuirse en muchos casos a razones psicológicas y,
claro está, no justifica la práctica de pena de muerte.
Conclusión
Los males que
sufre la humanidad son fruto de su apertura al demonio por el pecado. Una
forma extrema de esa relación es la brujería. Se llega a pactar con él y a
buscar su intervención. La enseñanza de la Biblia, los Padres de la Iglesia
y la tradición concuerdan en que la brujería es real y digna de condenación.
Jesucristo vino para vencer y atar al demonio. Con frecuencia se enfrentó
directamente con él para reprimir su actividad sobre sus víctimas. El tiempo
entre la primera y segunda venida del Señor es de gran batalla espiritual y
nos involucra a todos.
Por muchos
siglos y en muchas naciones, la ignorancia, la crueldad y falta de justos
procesos judiciales llevaron a terribles persecuciones, falsas acusaciones y
la matanza de muchos acusados de brujería. Hechos injustificados y
deplorables.
En la
actualidad hemos caído en el extremo opuesto: se niega la realidad de la
actividad satánica y, por ende, de la brujería.
Como
cristianos debemos seguir el camino de Jesucristo quién rechaza el pecado
pero ama al pecador. La enseñanza de Jesús en el caso de la mujer
sorprendida en adulterio se aplica también a la brujería como a cualquier
pecado. El camino de Jesús no es la condenación al estilo de los que se
proponían apedrearla. Tampoco es la actitud de los que hoy pretenden que no
existe el pecado. Eso sería abandonarla sumida en su desgracia. El camino de
Jesús es el amor que defiende de la crueldad y llama a una vida nueva, libre
de pecado.
El mal no se vence matando sino ayudando con amor y verdad a
salir del pecado.
El Señor nos enseña a amar a nuestros enemigos. El amor de Dios es más
fuerte que la maldición de todos los brujos del mundo. Una gota de su
Preciosa Sangre tiene poder para disipar el más enfurecido ataque diabólico.
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