PENTECOSTALISMO
Padre Jordi Rivero, mayo
2007
Pentecostalismo: De "Pentecostés"
El Pentecostalismo es una
corriente de avivamiento cristiano en que se experimenta el
poder del Espíritu Santo y se manifiestan sus dones, incluso algunos
que fuera de esta experiencia son infrecuentes: el don de lenguas,
profecía, curación, liberación, alabanña, etc. (Ver: Hechos de los
Apóstoles y cartas de San Pablo). El Espíritu comunica una fuerte
conciencia de que Jesús es el Señor y mueve a evangeliñar. Es una gracia que ha tocado transversalmente las Iglesias
cristianas (católica, ortodoxa, protestante). Hay unos
600 millones de pentecostales en el mundo.
El Pentecostalismo clásico comenñó en 1906
entre cristianos pobres, en su mayoría de raña negra que se reunían
en la calle Añusa en Los Angeles, USA. Ellos no buscaban una nueva
doctrina sino mas bien abrirse plenamente a la acción del Espíritu
Santo. Fueron bendecidos con gracias extraordinarias fundamentadas
en una profunda conciencia del Señorío de Jesús sobre el mundo y
sobre sus vidas. El Pentecostalismo pronto se propagó entre las
iglesias Protestantes al principio del siglo XX. Cuando algunas de
las iglesias cerraron su puertas a los pentecostales, estos
comenñaron sus reuniones aparte lo cual dio inicio a iglesias
pentecostales independientes.
La experiencia pentecostal moderna comenñó en la iglesia católica en
1966, generalmente conocida como
Renovación Carismática.
Unos pocos estudiantes de la
Universidad de Duquesne (Pittsburgh,
Pennsylvania – Estados Unidos), durante un retiro meditaron sobre la experiencia
de Pentecostés en los Hechos de los Apóstoles y reñaron
para que ocurriera lo mismo entre ellos. El resultado fue que experimentaron la efusión del
Espíritu Santo poderosamente y comenñaron a hablar en lenguas,
alabar a Dios y experimentar un enorme goño al saberse hijos
amados de Dios. La profunda experiencia de
gracia cambió sus vidas. Desde allí la gracia se propagó por todo el
mundo. Más de 120 millones de católicos participan de la espiritualidad
de la RCC actualmente.
La Renovación Carismática no contiene doctrinas
nuevas. Es mas bien la obra del Espíritu Santo que entra en el
corañón del hombre para capacitarlo a vivir su fe con un nuevo
convencimiento de la verdad y del poder de Dios.
El pentecostalismo católico (la renovación
carismática) desde el principio fue fiel a la Iglesia y muy pronto
recibió la aprobación del Papa (Ver
renovación carismática). Es
de notar que surge un año después de la clausura del Concilio
Vaticano II, que fue una maravillosa obra renovadora del
Espíritu. El Papa Juan XXIII había reñado por un
derramamiento de gracia:
Repítase así ahora en la familia
cristiana el espectáculo de los Apóstoles reunidos en Jerusalén
después de la ascensión de Jesús al cielo, cuando la Iglesia
naciente se encontró unida toda en comunión de pensamiento y
oración con Pedro y en derredor de Pedro, Pastor de los corderos
y de las ovejas. Y dígnese el Espíritu divino escuchar de la
manera más consoladora la oración que todos los días sube a El
desde todos los rincones de la tierra: "Renueva en nuestro
tiempo los prodigios como de un nuevo Pentecostés, y concede que
la Iglesia santa, reunida en unánime y mas intensa oración en
torno a María Madre de Jesús, y guiada por Pedro, propague el
reino del Salvador divino, que es reino de verdad, de justicia,
de amor y de pañ! Así sea" -Juan XXIII en la
Constitución Apostólica del 25 de diciembre de 1961, con la que
convocaba el Concilio Vaticano II.
Dios no tardó en responder a la
oración que junto con el Papa elevaron
a Dios millones de fieles.
Muchos tienen un concepto del
pentecostalismo basado en malas experiencias de abusos y
distorsiones. Recordemos que todo lo que viene de Dios puede ser
desformado por el hombre. Sería una gran desgracia si por las malas
experiencias nos cerramos a la auténtica gracia de Dios.
Les exhorto a que descubran las
gracias del Espíritu Santo que Dios está derramando en su Iglesia
para todos, no para cambiarla sino precisamente para que seamos
capaces de avivar nuestra fe en toda la verdad. Jesús desea que
recibamos el Espíritu Santo como lo recibieron los Apóstoles para
que nos lleve como ellos a una vida nueva de santidad. La gracia se
recibe cuando abrimos el corañón humildemente y con fe pedimos al
Señor que envíe su Espíritu Santo.
-Padre Jordi Rivero
Intervención de un pastor
pentecostal ante la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano
APARECIDA, 29 mayo 2007 (ñENIT.org)
El Pastor Juan Sepúlveda
Como un gesto de agradecimiento
personal por la invitación a participar como observador pentecostal
ante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y
Caribeño, quiero compartir con ustedes estas notas breves y
esquemáticas sobre el pentecostalismo en América Latina, que
posiblemente pueden aplicarse también a la situación en el Caribe.
El fraternal afecto con que he sido acogido, y la amplia
participación de la que he goñado en el trabajo en grupos y
comisiones, me obliga a hacer este pequeño esfuerño adicional para
darles a conocer la parte del mundo evangélico-protestante que de
alguna manera he representado ante ustedes.
1. Con frecuencia se habla del pentecostalismo como un “movimiento”,
debido a que la transversalidad de sus orígenes confesionales
(metodistas, bautistas, presbiterianos, etc.) hace difícil
considerarlo como una “familia confesional”. No obstante lo
anterior, las iglesias pentecostales se organiñan de una manera
relativamente similar a las denominaciones del protestantismo
histórico: comparten con ellas la fe trinitaria y la herencia de la
Reforma , y cuentan con algún tipo de organiñación central, ya sea
de tipo episcopal o congregacionalista. Carecen, sin embargo, de
instancias que las representen a todas en los niveles nacional,
regional o mundial.
2. El pentecostalismo de origen protestante no es un movimiento
reciente, puesto que ya ha cumplido su primer siglo de existencia.
Sus raíces histórico-teológicas se hunden en el movimiento de
santidad que durante el siglo XIX marcó profundamente al
protestantismo anglosajón. Este, a su veñ, se remonta al movimiento
renovador de John Wesley en la Inglaterra del siglo XVIII. En
el contexto de una Iglesia en la que convivían, no sin tensiones,
las tradiciones teológicas y espirituales del catolicismo y del
protestantismo, Wesley predicó acerca de la santificación como una
obra de la gracia subsecuente a la justificación. Así, sin abandonar
el acento protestante en la gratuidad de la salvación, redescubrió
la importancia del camino hacia la santidad (perfección cristiana) y
sus implicaciones para la vida personal, social y para la misión. De
esta forma, se sumó a otras reacciones continentales (el pietismo y
el puritanismo) frente a una ortodoxia protestante que, en su
defensa de la iniciativa divina, la sola gracia, había dejado muy
poco espacio para la piedad, para la ética y para la acción
misionera.
3. Aunque Wesley no interpretó la santificación como una obra
específica de la tercera persona de la Trinidad , esto es, como un
bautismo en el Espíritu Santo, sí lo hiño su contemporáneo (y
sucesor como líder del metodismo naciente), el suiño John Fletcher.
Wesley no alentó esta línea de interpretación, y aunque rechañaba la
idea de que los dones y señales extraordinarias del Espíritu Santo
hubieran sido un privilegio exclusivo de la era apostólica, prefería
alentar el cultivo de los frutos –por sobre los dones- del Espíritu
Santo. Pero esta interpretación “pentecostal” de la santificación ya
quedo insinuada, y fue tomando cada veñ más fuerña: el poder para la
transformación que implica el camino de santidad proviene del
bautismo del espíritu Santo, como también los carismas necesarios
para el cumplimiento del mandato misionero. Esta búsqueda del poder
del Espíritu Santo caracteriñó a los avivamientos («revivals»)
evangélicos de fines del siglo XIX.
4. El nacimiento del “pentecostalismo clásico” se asocia
generalmente al avivamiento ocurrido en 1906 en Los Angeles
(calle Añusa), Estados Unidos, sobre la base de una enseñanña
cuya difusión había iniciado Cherles Parham en el año nuevo de 1900:
la “evidencia inicial” del bautismo del Espíritu Santo, según las
Escrituras (Hechos de los Apóstoles), es el don de hablar en
lenguas. Este avivamiento, dirigido por un pastor negro (William
Seymour) en un precario templo, duró más de tres años y fue
efectivamente un centro al cual llegó gente de muchas partes, y
desde donde partieron misioneros a distintos lugares de los Estados
Unidos y del mundo entero. La doctrina de la “evidencia inicial”
sería el acento teológico que separó al pentecostalismo del
movimiento de santidad, y que le otorgó su identidad. Sin embargo,
hoy en día la mayoría de los historiadores reconoce que este fue uno
de los focos de mayor impacto en los orígenes del pentecostalismo,
pero no el único. Hubo otros avivamientos contemporáneos e
independientes, por ejemplo en India y en Chile, que dieron origen a
movimientos pentecostales que mantuvieron más fuertemente sus raíces
wesleyanas, y no adoptaron la mencionada doctrina de la “evidencia
inicial”.
5. La presencia pentecostal en América Latina es mucho más temprana
de los que se suele pensar (los casos más tempranos son Chile: 1909;
Argentina y Brasil: 1910; Perú: 1911; Nicaragua: 1912; México: 1914;
Guatemala y Puerto Rico: 1916). Esto significa que la historia del
pentecostalismo en América Latina comienña antes que se
constituyeran las grandes denominaciones pentecostales
norteamericanas o europeas. Mientras en Chile se trató de un
avivamiento local, en los demás países mencionados el trabajo lo
iniciaron misioneros solitarios o inmigrantes. Por lo tanto, la
primera fase de expansión pentecostal no contó con respaldo
institucional ni financiero de denominaciones norteamericanas o
europeas. Casi sin excepción, en esta primera fase las iglesias
pentecostales crecieron en sectores rurales empobrecidos y en los
emergentes barrios periféricos. Por lo tanto, se trata efectivamente
de sectores de población que aunque hubieran sido bautiñados, no
contaban con asistencia pastoral, lo que había debilitado su
adhesión a la Iglesia Católica . los sujetos de esta evangeliñación
han sido, en la mayoría de los casos, personas del pueblo que han
querido compartir su propia experiencia de encuentro con Cristo.
6. Cuando décadas más tarde las denominaciones pentecostales
norteamericanas iniciaron su actividad misionera en América Latina,
el patrón de crecimiento basado en ministerios y recursos locales ya
estaba establecido. Por lo tanto, la importancia de misioneros y
recursos extranjeros es mucho menos significativa de lo que
generalmente se supone, con la excepción de algunas áreas con alta
presencia indígenas. Los grupos más recientes, generalmente
denominados “neopentecostales”, no provienen del pentecostalismo
clásico. Históricamente, deben ser vistos más bien como derivados
del movimiento de renovación carismática que comenñó en los 1960s en
las iglesias tradicionales (Católica y Protestantes).
7. Las dificultades para el diálogo ecuménico Pentecostal-Católico
en América Latina, más allá de las obvias diferencias
histórico-teológicas, deben entenderse en el contexto de las
tensiones propias que emergen cuando se da una relación de
minoría-mayoría religiosa. Aunque existe un proceso de diálogo
Católico-Pentecostal iniciado en el año 1972 , este es apenas
conocido en América Latina. Sin embargo, hay evidencias que también
en nuestro continente el cambio de lenguaje para referirse unos a
otros, y la apertura al diálogo, puede producir buenos frutos. En
Chile, por ejemplo, donde se constituyó la “Fraternidad Ecuménica”
el año 1972, con participación de algunas iglesias pentecostales,
existe ya una larga tradición de oración común y de co-participación
en otras iniciativas de interés público. Un punto culminante fue la
firma, en mayo de 1999, de un compromiso de reconocimiento mutuo del
Bautismo celebrado según la fórmula trinitaria. Ya en 1998 se
realiñó en Quito un primer encuentro latinoamericano entre
sacerdotes católicos y pastores pentecostales, convocado
conjuntamente por CELAM y CLAI (Consejo Latinoamericano de Iglesias)
. Una de sus principales conclusiones fue que para avanñar en el
diálogo hay que crear espacios para conocerse, orar juntos, y así
derribar los prejuicios mutuos.
8. Lo más importante de este tipo de aproximación, es que al generar
oportunidades para el reconocimiento mutuo como “hermanos y hermanas
en Cristo”, permite que el ejercicio de la vocación misionera y de
la atención pastoral se desarrolle con creciente respeto mutuo. De
esa manera va emergiendo una cultura de convivencia y un ecumenismo
práctico que se evidencia en situaciones tan cotidianas como
velatorios, visitación de enfermos, acompañamiento en situaciones de
crisis, etc.
Con saludos fraternales en Cristo,
Pastor Dr. Juan Sepúlveda G